lunedì 27 agosto 2012

Retrato del dolor


  


   Ayer encendí la televisión y comencé con el zapping. Me detuve en un programa de cocina donde estaban enseñando a hacer un cheescake de castañas y caramelo. ¿No les ha pasado algunas veces que mirando esos programas de repostería sábes que será imposible que te salga igual? Por que la chef tiene miles de artefactos que tú no tienes en tu cocina, trucos que señala como facílisimos y que incluso a ella que es toda una experta la ves sufriendo… hay recetas que por más que te las cuenten no funcionan.

     Lo mismo pasa con un dolor o una pena. En un momento difícil o con un sufrimiento en el alma todos tratan de solidarizarse con nosotros, nos dan muy buenos consejos que difícilmente aplicamos porque los miramos como esas recetas de la tele.  ¿Cómo puedo hacer eso que me dice?

   Y es que es así. Frente a un conflicto familiar, una pérdida de un ser querido, una desilusión fuerte, un problema en el trabajo, un cambio en el corazón no hay soluciones masivas, ni recetas rápidas, ni consejos pre-hechos.

     Lo único que creo que sí podemos hacer es un retrato del dolor. Sólo un retrato, no una receta. La experiencia muestra que cuanto más grande es el dolor o la herida que uno sufre este se incrusta en zonas escondidas del corazón y se queda ahí lejos de la mirada de los curiosos y del mismo que lo padece. Al inicio no se advierte. Hay como una anestesia local que la psiché humana utiliza para protegerse de la fragilidad y vulnerabilidad. Podríamos decir que es un dolor congelado. Quien lo sufre no sospecha su dimensión pues está focalizado en seguir caminando, defendiéndose como puede para no desmoronarse. Y está bien. Todo toma su tiempo. Por eso, es que los consejos como: “tienes que botarlo todo”, o “¿por qué no me has contado nada?” o “quizás te serviría una terapia” son palabras afectuosas pero que no tienen mucho efecto real. La psiché humana es sapiente. No intentemos de forzar que alguien desentierre su dolor, ni siquiera nos presionemos a manifestar el nuestro. Dejemos que sea nuestro mismo interior que vaya procesando las heridas del alma. 

     Quizás empezará a salir por otros desaguaderos... por que somos humanos. Y entonces lloraremos viendo una película romántica, o simplemente por que nuestro jefe no estuvo contento con nuestro trabajo o alguien nos habló de manera áspera. Y es que escarbando, escarbando, el motivo de nuestra tristeza es otro. ¡Pero por algún lado tiene que ir saliendo! Así que con auto-ironía uno tiene que empezar a decirse, ya comenzó mi desaguadero... justamente para no concentrarte en cosas sin importancia que no son la causa de nuestro malestar.


     Otro prudente consejo que recibimos y que solemos dar cuando vemos a alguien triste es “trata de distraerte”, “no pienses tanto en el asunto”, “no traigas recuerdos a tu memoria”. No es que sean consejos malos, simplemente a veces no funcionan. Creo que en el fondo no quisiésemos ver a nadie mal, y nos rebela el sentirnos impotentes de no poder sacar a la persona de su estado de desasosiego o desesperanza.  Sin embargo, me pregunto: ¿por qué no aceptar que quizás la persona o nosotros mismos necesitamos ese espacio para desahogar las penas? Antes le tenía miedo a unos días de tristeza. Como si eso fuese un pecado mortal, algo que uno nunca se debiera permitir. En cambio, para serles sinceros, qué gozada es cuando tú mismo te permites sentir tu corazón dolido y derramar tus buenos lagrimones y dejarte apachurrar por los que te rodean. No por masoquismo. Simplemente por que aceptas lo que la vida te ha deparado. Quiero vivir la vida y quiero vivirla sin evasiones y sin tapujos. Esto que ha sucedido ¿me ha causado tristeza? Pues estaré triste hasta que se vaya. Y es justamente esta libertad que hace que uno no se deprima y en medio del dolor que experimenta pueda seguir haciendo su vida, pensando en su familia, trabajando con eficiencia y alegrándose por otras realidades. Por que se trata de vivir esa tristeza como una parte integral de mi cotidianeidad, no como una totalidad.


     Luego pasado el túnel finalmente aparece la luz. Y esa oscuridad, esa negrura tan negra emerge iluminada con un rayo de esperanza con el cual todo empieza poco a poco a  hacerse claro y cobrar sentido. Y el retrato del dolor  de manera progresiva y como en un rompecabezas va adquiriendo delicadamente un rostro humano. Por que la vida no podía ser tan cruel, porque el dolor no podía tener la última palabra, por que el último retrato del dolor es este mismo transformado en esperanza y alegría.

venerdì 17 agosto 2012

Ser uno con tu instrumento




 
A veces los sueños se hacen realidad. Debo decir que sin buscarlo siempre ha habido una constante en mi vida que ha sido el deseo de trabajar y promover la dignidad y misión de la mujer en el mundo. Han sido todos pequeños esfuerzos en comparación con los grandes desafíos. Pero pienso que en la vida, sólo el hecho de intentar y de poner todas tus energías en algo en lo que crees y por lo que vibras intensamente hace que la vida tenga sentido.
    Hace unos días estuve en un jam de jóvenes músicos peruanos que vinieron a Lima por sus vacaciones y que estudiaban en el extranjero. Me sorprendió la pasión con la que tocaban sus instrumentos y se hacían mediadores entre la música y el público con el saxofón, el teclado, el trombón, el bajo y la batería. Me transmitieron vida, amor a la música y pasión por la existencia. Conversando con uno de ellos, me hablaba del desafío que significaba regresar al Perú después de estudiar en el extranjero. Francisco, un joven pianista que estudia en California, tenía la convicción que tenía que regresar a su tierra para dedicarse a la música a pesar del reto que esto significaba. Me dijo algo que me sorprendió: “prefiero el reto de sembrar donde el terreno es aún árido que quizás hacer música en un ambiente donde todo es más seguro. El Perú necesita cultivar la música y quiero contribuir a ello”…

Esto me hizo pensar que en el fondo, esta es la misión de todo ser humano en el mundo. Somos sólo mediadores y debemos ser también nosotros uno con el instrumento que la vida nos ha puesto en las manos: a unos un instrumento musical, a otros un pincel, un lápiz, la creatividad, la inteligencia, la sensibilidad… cada quien tiene un don y somos responsables ante él.  Y el mediador no es lo importante. Nosotros podemos hoy estar en el mundo y mañana dejarlo. Lo realmente significativo es el mensaje que llevamos, la vida que transmitimos, la pasión que inculcamos, la música que tocamos en este gran escenario que es el mundo.

 Y en este sentido, a veces las ocasiones se presentan y las situaciones se conjugan de tal manera que puedes hacer algo y sientes la exigencia de responder con entusiasmo. Así me ha pasado con el tema de la mujer y concretamente con hacer algo por las mujeres más necesitadas y vulnerables.

Puebla es un estado de cinco millones trescientos ochenta y tres mil habitantes de los cuales un millón de ellos son indígenas. Las comunidades rurales de esta zona tienen como rasgo principal una intensa pobreza debido a la migración de los hombres, y por lo tanto las comunidades se caracterizan por hogares mono-parentales donde las mujeres tienen la misión de llevar adelante la familia y el desarrollo de la comunidad.

      El proyecto de reciprocidad había iniciado con cursos en la Universidad y con investigaciones para profundizar en la identidad de la mujer y el varón y alentar una mayor relación recíproca entre ambos. Sin embargo, sentíamos la exigencia que esta propuesta se concretizara también en acciones de intervención social para contribuir al cambio de las realidades más azotadas por la desigualdad.

Así el proyecto de reciprocidad de la Universidad se ha unido a otra iniciativa “Apuesta de futuro” que se dedica a la promoción de los jóvenes de las comunidades indígenas a través del apoyo a estudiantes de estas regiones. Decidimos trabajar en sinergia, unir ambas iniciativas y generar un proyecto que tuviese como objetivo la “formación de mujeres empresarias en las comunidades rurales de Puebla”.

       Vamos a iniciar con 65 mujeres de tres regiones rurales: Coltzingo, Chalchihuapán, y Tlaola. Nuestro proyecto buscará apoyar a las mujeres que ya tienen una actividad productiva y trataremos de darles las herramientas para que puedan convertir su negocio en una empresa formal. De esta manera buscamos  que las mujeres no sólo se dediquen a la producción, sino que ellas mismas se conviertan en líderes empresarias que además de brindarles mayores beneficios económicos podrán desarrollar sus capacidades y realizarse como personas influyendo activamente en sus comunidades. La mayoría de ellas ya tienen actividades productivas de fruta, hierbas medicinales y chile serrano.

La iniciativa ha tenido mucha acogida. La escuela de negocios de la Universidad se ha ofrecido a brindar sus maestros que irán a impartir las clases de administración y economía. A esto se sumará el equipo del proyecto de reciprocidad donde formaremos a estas mujeres en la importancia de la valoración de su propia dignidad. Buscaremos ayudarlas a  superar perspectivas machistas o conflictivas; asumir y vivir los valores propiamente femeninos; cultivar relaciones sanas entre el varón y la mujer donde ambos en reciprocidad contribuyan a la forja de la familia compartiendo el rol materno y paterno así como la responsabilidad en la educación de los hijos.

Es sólo el inicio, pero creo que es importante seguir contribuyendo a promover el liderazgo de las mujeres. No cualquier liderazgo, sino un liderazgo cargado de humanismo y de formación ética donde las mujeres tengan la ocasión de hacer de este mundo un mejor lugar donde puedan vivir las próximas generaciones. 

Sólo es esto. Agradezco a estos jóvenes que me inspiraron a comprender que la vida es esto: ser una con tu instrumento... y tocar. No importa el resultado. Hacerlo con pasión y con amor.