giovedì 21 gennaio 2016

El machismo incluso en el abuso sexual


La característica del abuso sexual por parte de un sacerdote o religioso es que involucra a un menor de edad en actividades sexuales utilizando su poder espiritual (director espiritual, animador, superior) y violando la confianza. La característica del abuso es justamente la asimetría en la relación (adulto-menor, padre espiritual-aconsejado, superior-inferior).

Lo más trágico de todo es que en Latinoamérica seguimos con una mentalidad machista al evaluar el abuso sexual. Si se trata de un abuso de un adulto con una mujer menor de edad “fue sólo un desliz”, “ella lo sedujo”, “fueron amantes”. No señores. Si alguien en una situación de poder, adulto entra en una relación teniendo actividades sexuales de cualquier tipo con un menor de edad, sea hombre o mujer es abuso sexual aquí en la China o en Tumbuctú.

Si tienes una hija de 16 años y un profesor,  confesor o director espiritual que le dobla la edad y la induce a actividades sexuales ¿dirías que se “enamoraron”? No. Aunque la menor de edad se ha haya infatuado. Es justamente la técnica de seducción. Es un abuso.

El abuso sexual lo podemos definir como diría Reinhart (1987) como la exposición de un menor de edad a la estimulación sexual inapropiada para su edad y para su desarrollo psicológico. Schechter and Roberge (1976) lo definen como la involucración sexual de jóvenes o niños inmaduros en actividades sexuales que no entienden completamente y 
que no pueden dar su consentimiento libre.
La característica del abuso sexual por parte de un sacerdote o consagrado es la traición de un menor de edad por una persona en posición de poder y confianza que está autorizado a ejercer el liderazgo espiritual. El abuso envuelve una sexualización traumática del menor de edad, haya o no el perpetrador usado la fuerza o la coerción (Reinhart 1987).
Se habla de abuso sexual a tres niveles: exposición a un menor de edad a cuestiones sexuales lejos de su madurez sexual (revistas, imágenes, conversaciones), tocamientos de manera sexual, intentos de relaciones sexual de cualquier tipo. Y lo que se añade a un abuso por parte de un religioso es que se utiliza a “Dios” y a la relación espiritual de confianza en el escenario del abuso.

venerdì 15 gennaio 2016

Spotlight y mi reacción


Hace unos meses hubiese sido incapaz de ver la película.  Ya me había sucedido otras veces, que al ver casos similares por televisión comenzaba a sentir una angustia y ansiedad muy grandes. Ayer Steve me preguntó, ¿estás segura que quieres ver esta película? Le dije que sí. Mi marido estaba sorprendido de mi reacción. Y sí. Soy consciente que la revelación por parte de las víctimas se ha convertido en un momento importantísimo de mi curación y sanación. Obviamente esta sanación sería más profunda si los perpetradores o representantes del Sodalicio admitieran su responsabilidad y no se volcaran a descalificar a quienes los critican.

 Sin embargo, creo que sólo por el hecho de haber tenido la fuerza de denunciar y de hacerlo público es cuando las víctimas se convierten en sobrevivientes y vuelven a recuperar la confianza en sí mismos, la fortaleza frente a la vulnerabilidad que habían sentido de adolescentes. Y así me siento: más libre, sin miedo, con la conciencia tranquila y con una fuerza que nunca antes había sentido. No busqué esta situación, pero la vida me llevó a enfrentar a este monstruo y ahora más que nunca le encuentro un sentido a todo: una de mis luchas principales será apoyar incondicionalmente a niños, mujeres y a toda víctima que sufra de abuso sexual.

El abuso sexual al interior de la Iglesia Católica es una de las crisis más grandes de su historia. Entre 1950-2002 han habido más de 10,000 denuncias con el 81% de hombres como sobrevivientes y de éstos más del 40% de entre 11 y 14 años[1].

La película Spotlight, además de ser una excelente producción, con un buen reparto y muy bien documentada tiene el gran mérito de comprender la profundidad del problema: “así como se necesita todo un pueblo para educar a un niño, también se necesita todo un pueblo para abusar de él”. Y es que uno de los serios problemas de esta crisis es que toda la sociedad es en cierta medida responsable de la situación: los padres de familia y  su carencia en la educación sexual de sus hijos, la falta de prevención de las distintas instituciones a los niños, el encubrimiento por parte de los representantes de las Iglesias, la indiferencia de muchos, la constitución de instituciones que no promuevan la conciencia y la libertad personal.

Y en lo que a mí me concierne como católica creo que la situación no va a cambiar si el sistema de la Iglesia como institución no cambia frente a estos crímenes. Desgraciadamente sigue vigente la mentalidad que Juan XXIII pidiera en “Crimine solicitationis” (1962) donde exige que los procesos internos de la Iglesia sean gobernados por el silencio y  la confidencialidad para evitar el "escándalo" ( o sea más importante era cubrir el escándalo que defender a la víctima). Si bien Juan Pablo II cambió el protocolo en el 2001, la situación en la práctica no cambió. Ademas el cambio lo hizo de una manera en que centralizaba todas las acusaciones para que se remitiesen a la Congregación para la Doctrina de la Fe concentrando todo el poder en el Vaticano y no en las iglesias locales. Luego Benedicto XVI pidió en su carta del mayo del 2011 a los obispos locales que se avise a las autoridades si se encuentran casos de abuso sexual, pero esto en la práctica no se realiza. Y lo que aún ningún Papa ha cambiado es el proceso interno de confidencialidad y de falta de transparencia. Como sucedió en el caso de Boston en Spotlight, el secretismo continúa. 

Entonces tienes una bomba atómica: se comete uno de estos abusos y los obispos locales no se sienten responsables de asumir y resolver el tema sino que lavándose las manos y sintiéndose profundamente obedientes “lo remiten todo a Roma” y lo hacen con el voto de “confidencialidad”, como lo hizo Cipriani, como lo hizo Moroni. No sienten la responsabilidad de la transparencia ante la sociedad peruana. Los procesos en Roma no pueden ser conocidos ni por las víctimas, ni por nadie. 

Si. Fue verdad lo que señala Spotlight. Cubrireron al Cardenal Law. Lo mandaron a Roma con inmunidad diplomática. Recuerdo habérmelo encontrado en Santa Maria la Maggiore y haber sentido vergüenza y cólera. 

¿No hemos aprendido nada del escándalo de Boston, Irlanda, Chile, México y muchos más?

No dejemos de ver la película si queremos que estas situaciones no vuelvan a suceder más. Por otro lado, Spotlight es muy buena porque no se exalta el morbo, ni el escándalo sino que respeta mucho el dolor de las víctimas, así que los que tienen una sensibilidad alta pueden verla sin problemas.






[1] Fogler M. Jason and al. (2008) ‘Theoretical Foundation for Understanding Clergy-Perpetrated Sexual Abuse’. Journal of Child Sexual Abuse, Vol. 17 (3-4) 2008, 301-328.