lunedì 26 marzo 2012

Cuetzalan, toda una experiencia

        Siempre me identifiqué con las cascadas. El pueblito mágico de Cuetzlan está llena de ellas. Para llegar a la cascada a la cual nos dirigíamos tuvimos que bajar y volver a subir un cerro atravesando sembríos y un bosque no tan tupido. Una caminata hermosa de aproximadamente una hora. Mientras que llegábamos a nuestro destino y nos internábamos en el bosque contemplaba con serenidad los espesos árboles, las flores del campo, los cultivos del lugar. Me llamó la atención como el ritmo de la naturaleza es un ritmo totalmente diferente al nuestro.Creo sinceramente que hemos contaminado el tiempo humano con nuestro ritmo frenético de trabajo y acción y lo hemos impuesto a nuestras ciudades.


         Al estar inmersa en ese bosque me di cuenta que toda la naturaleza era más fiel que yo misma, más armónica, más pacífica, más respetuosa del reloj interno. Siendo benévola conmigo misma quizás puedo salir en mi defensa señalando que la naturaleza sigue sus leyes internas y no puede prescindir de las mismas. Los seres humanos, en cambio, con nuestra libertad podemos romper el ritmo que la realidad nos exige imperiosamente y desobedecer a la esencia del ser y a las leyes que lo regulan. Sin embargo, la naturaleza está ahí para acusarnos. Sentí una denuncia silente, reverente y provocadora. Comencé a hacer silencio tratando de escuchar el lenguaje de la creación y dejando que su paz, serenidad y belleza inunde mi alma. Si, creo que logré mimetizarme con la naturaleza y sintonizar con ella.


          Una de mis resoluciones fue que necesito concederme con frecuencia estos encuentros profundos con la creación pues creo que es un medio fundamental para volver al núcleo y a lo esencial de la vida.
         
           Finalmente llegamos a la cascada. Siempre me había identificado con las cascadas porque sentía que tenían una fuerza muy grande con una paradoja polar. Esta fuerza podía ser canalizada y dar frescor y alivio y al mismo tiempo si no era bien orientada podía dañar con su potencia. Sin embargo, con la experiencia de esta cascada cambié de parecer. Me sigo identificando con ellas, pero ya no creo que sean tan peligrosas como las veía antes. Ellas anuncian el peligro por lo que el ser humano puede atenerse a su fuerza. Mirándola con atención vi cómo la fuerza de la cascada no es ciega; recorre una ruta entre las piedras, para caer en roca firme y finalmente crear lagunillas serenas y apacibles. Su velocidad si bien impacta al espectador no lo espanta, todo lo contrario. Es una mirada que refresca. Así que con mayor razón me identifico ahora con las cascadas. No hay que tener miedo a la propia fuerza, simplemente uno debe escoger la ruta, caer siempre sobre roca firme o mitigarse convirtiéndose en agua serena ante la compañía de las florecillas del campo.



  Luego decidimos encaminarnos a la gruta Los Corales. No pensé que iba a tener una experiencia similar a la precedente. Cuán equivocada estuve. Esta gruta fue descubierta hace sólo cuatro años. Tiene una profundidad de 700 mt. y en ella puedas contemplar las estalactitas, las estalagmitas y los estalactatos. La verdad es que no me asustó ni la oscuridad, ni el estar encerrados en esos recovecos interminables, ni sentir lo resbaladizo del suelo con su estabilidad precaria. Digamos que dejé aflorar mi espíritu aventurero, curioso y explorador. 


            Cuando de pronto comencé a ver la estalactitas tuve una experiencia muy particular. Al ver este fenómeno de la naturaleza,esta belleza de las cuevas que hacían formas impresionantes pensé sobre el misterio de lo "bello".
Comprendí que la belleza tiene su fin en sí misma y aunque nadie hubiese descubierto esta maravilla natural a 700 mt. de profundidad seguiría allí con el único fin de ser bella en si misma. La belleza es pues sencilla, escondida, no utilitarista y simplemente "es", lo bello se identifica con el ser y con la bondad: "y vio Dios que todo estaba bien" (Gen. 1,25). Gran lección de vida.


             Mientras contemplaba las estalagmitas y estalactitas pensaba si alguien habría escrito un poema sobre este fenómeno en las grutas. Ayer llegó a mis manos una leyenda de las grutas de Huagapo en Tarma, Perú. Cuenta la leyenda que unos pobladores se habían asentado en Racasmarca y "eran personas muy laboriosas, unidas y obedientes a su Dios, el Sol. Este les prodigaba todos los beneficios. En gratitud ellos le erigieron un templo en las faldas del cerro Racasmarca, que estaba al cuidado de sacerdotes y sacerdotisas. Todas las mañanas ofrecían sacrificios de gratitud. 
           Pero un día llegó un espíritu del mal y se apoderó de los corazones de los sacerdotes y sacerdotisas, cundió el mal, el vicio, y la maldad. De allí pasó al pueblo. Los hombres se tornaron viciosos. A pesar que su Dios les amonestaba, estos no obedecían y seguían por el camino del mal. Enfurecida la deidad ordenó su destrucción.
           Bajaron los servidores de Dios y destruyeron el templo. Los sacerdotes fueron convertidos en piedras y las sacerdotisas introducidas en profundos calabozos y mazmorras, en donde lloran eternamente por sus pecados. Las aguas que salen de la gruta son las lágrimas de las pecadoras y las estalagmitas son los sacerdotes". 


           Me impactó mucha esta leyenda. Cuando leo leyendas pre-incaicas o incaicas siempre me sorprende la similitud con elementos de la Revelación cristiana, confirmando cómo las verdades profundas sobre Dios, la creación, el origen del mal están inscritas en lo más hondo del espíritu humano. En estas leyendas percibo "las semillas del Verbo" de las que hablaba Justino. Más allá que reconozco la asimetría con la novedad del Evangelio quien presenta no a un Dios castigador sino más bien misericordioso y amoroso con su creatura.


           Me alegra saber que mis antecesores tuvieron esa misma mirada de asombro y quedaron estupefactos ante tanta belleza... no pudieron no ver en este fenómeno de las grutas algo de divino... las lágrimas del arrepentimiento.


giovedì 22 marzo 2012

Sobre la visita del Santo Padre a México

               La visita del Santo Padre Benedicto XVI a México está suscitando muchas polémicas. Ante todo quiero decir como una mujer católica, que en este momento se encuentra en México, estoy esperando con ansia la visita del Santo Padre porque reconozco su misión de llevar como Vicario de Cristo la Buena Nueva de Jesús. Reconozco además sus cualidades humanas e intelectuales que traerán un mensaje de esperanza y de luz en medio de la oscuridad en la cual muchas veces nos encontramos.
Creo que frente a las polémicas hemos de cuidar distraernos de lo esencial. La Iglesia está llamada a evangelizar y para ello viene el Papa a tierras mexicanas. No viene ni por motivos políticos, ni económicos ni sociológicos. Viene a reforzar la fe de uno de los países católicos más importantes de América Latina y el mundo.


               Sin embargo, como hija de la Iglesia no puedo dejar de expresar que si me siento un poco consternada. Creo que hubiese sido muy fructífero que el Papa se hubiese reunido con las víctimas del P. Maciel. Ojalá que aunque no esté en su horario de visita realice este gesto. Lo ha hecho en todos sus otros viajes y creo que México especialmente ha sido muy herida como comunidad eclesial por los escándalos al interior de la Legión de Cristo. En este sentido, sin embargo me alejo de aquellos que critican directamente al Santo Padre y le achacan a él toda la responsabilidad. Es él quien puso los puntos sobre las íes en este escándalo. Hay que ser cuidadosos en hacer juicios precipitados. Soy testigo que el Santo Padre no tiene muchas veces la libertad que  nosotros pensamos. La Iglesia no es sólo el Santo Padre. La Iglesia somos todos, cardenales, obispos, religiosos y laicos. Por lo tanto la responsabilidad recae sobre todos los que están a cargo de esta visita.


               Tampoco quiero hacer juicios precipitados del por qué no se reuniría con las víctimas. Quizás el motivo podría ser la falta de tiempo, pues viene tan sólo tres días. Quizás otra motivación es que la Iglesia en este momento está comprometida en tratar de refundar la Legión de Cristo y de salvarla del naufragio y puede considerar este gesto como un desmedro en el intento de salvar lo salvable. Estoy diciendo la posible motivación, no que esté de acuerdo con ella.


               Quiero decir que veo con satisfacción que se estén dando pasos firmes en la refundación de la Legión, aunque en mi modesta opinión a veces son pasos muy lentos. Sin embargo, me alegra  la elección del nuevo vicario alemán Sylvester Heereman, así como la separación de las consagradas de la dependencia de la Legión, encontrándose ahora bajo nuevas autoridades con asistentes y con el fin de constituirse como una asociación de fieles. También me alegra que algunos obispos apoyen a Malén Oriol en su decisión de fundar una nueva asociación, porque así como apruebo a quienes se quieren quedar al interior de una institución para refundarla, reformarla o mejorarla, también veo con esperanza quienes heridos por un problema institucional no sienten la fuerza de permanecer dentro o no se sienten ya identificados con los ideales de esa institución y deciden hacer una reforma fundando algo nuevo (como ha sucedido a lo largo de la historia de la Iglesia).


            Como repito no sé cuáles son los móviles o motivaciones para no entrevistarse con las víctimas de Maciel en México. Simplemente me hubiese parecido un gesto importante. Aquí me han buscado personas que han sufrido directa o indirectamente no sólo con el tema de los abusos sexuales en la Legión sino los problemas disciplinares al interior de dicha institución. Mujeres que no fueron formadas en libertad, que no se les permitía tener estudios superiores y profesionales, mujeres opacadas en su feminidad y en su capacidad de discernimiento y decisión. Personas dañadas en su psicología por haber sido manipuladas con un paternalismo que no hacía crecer a la persona en libertad, actitud crítica y fortaleza para enfrentar la vida y el mundo. Si, me hubiese gustado que la Iglesia como lo ha he hecho otras veces tenga ese gesto de ponerse del lado de las víctimas, y no pensar que por reconocer un propio error esto iría en desmedro de salvar lo salvable, el trigo de la cizaña.


          Creo que lo que hace crecer a una institución es el reconocimiento humilde y sencillo de sus propias faltas y tener gestos concretos de reparación frente a los errores.


          Por otro lado, también me apena que se esté generando tanta polémica por la reforma del artículo 24 de la constitución de México. Creo que no habría que interpretar esta decisión política de los diputados como un gesto que se ha realizado para congraciarse con el Vaticano antes de la visita del Papa. La bondad o no de esta reforma no está en mis manos juzgarla. Sólo puedo decir que el intento de reforma no atenta para nada contra la libertad religiosa, y apoyar a la mayoría de católicos que están en México para darles la ocasión de tener una instrucción religiosa católica en los colegios me parece un derecho que no atenta contra las libertades de otras religiones o creencias.


          También se ha discutido mucho que el Papa Benedicto XVI tiene abandonada a América Latina y que sus análisis se concentran sobre todo sobre Europa. Habría que repasar los textos y conferencias que ha dado Benedicto XVI sobre América Latina. Por ello también espero con interés lo que nos viene a decir.


            Pero bueno, creo que en todo caso no nos debemos distraer con estos temas. No olvidemos lo esencial de la visita. Es decir, voy a concentrarme en aquello que nos dirá el Santo Padre. Estoy segura que traerá una palabra de consuelo para las víctimas y las personas dañadas y creo también que traerá a todos los católicos de México un mensaje importante. Sin embargo, como hija de la Iglesia siento que  debo expresar y decir lo que espero de mi institución, aunque también me pueda equivocar en lo que espero...







sabato 17 marzo 2012

¡Amo la Vida!



Amo levantarme en la mañana y aún sin fuerzas correr por la ciudad
y sentir que el sol, las nubes y los volcanes me despabilan para empezar el día.
Amo prepararme el café, oler su aroma, sentir el rumor de la cafetera y tomarme con él a la Roma que llevo dentro.
Amo rezar por la mañana antes de salir, confiarle a Dios mi día, y con calma recitar los salmos y unirme a la gran súplica que lleva siglos rogándole a Dios…
Amo caminar al trabajo, pensando en los pendientes que tengo que resolver, los objetivos que he de lograr y las clases que tengo que dictar… amo desgranar las cuentas del rosario mientras que llego a mi meta.
Amo estar sentada en mi escritorio, y concentrarme con ahínco en los libros que debo leer, dialogar con los autores, beber de ellos, alegrarme por las intuiciones, genialidades o quedarme perpleja cuando algo aún no me convence, cuando las dudas permanecen y el pensamiento lo llevo dentro…
Amo luchar cuando me desanimo o recibir con sorpresa las motivaciones que la vida me ofrece.
Amo gozar de mi almuerzo, ser de aquellas privilegiadas que tienen un delicioso plato delante.
Amo la siesta… reposar a mitad de la jornada. Reconocer que me cansé, que sola no puedo un día entero, que necesito reponer fuerzas con una buena novela y un break de media hora…
Amo los encuentros de cada día. Las reuniones donde me admiro ante la dedicación de tantos, la eficiencia, los valores, las distintas cualidades, las fragilidades que todos cargamos día a día…
Amo dictar clases… compartir lo que  llevo dentro, lo que creo firmemente, las reflexiones que son mi vida…
Amo escuchar a las personas, amo poder ayudarlas, amo cuando me ayudan.
Amo mis errores. Amo los errores de los otros. La fragilidad humana me enternece, siempre me lanza a lo eterno.
Amo ir al supermercado, hacer la lista de las compras, limpiar mi casa, cocinar…
Amo compartir con mis amores todo mi día… alegrarme con su día y gozar cuando se alegran con el mío.
Amo compartir con mis amores las tristezas… asumir sus penas y sentir alivio cuando asumen las mías.
Amo llorar y siempre encontrar el rostro del consuelo
Amo reír y hacer reír a otros y que otros me hagan reír
Amo skype, amo facebook, amo el e-mail, amo los blogs que hacen que todas las distancias se acorten y pueda yo comunicarme con mis amigos queridos y con los amores de mi vida cuando estoy lejos.
Amo el silencio, la paz, la naturaleza…
Amo el ruido, los locales, la música donde se siente que el alma está viva y que todos buscan vida
Amo una buena película, un vino Montepulciano y unos deliciosos quesos.
Amo un agudo diálogo con gente brillante o personas profundamente sencillas y sabias, amo dialogar con los que amo.
Amo cuando después de una tormenta viene la bonanza, cuando después de un problema viene la quietud, amo la batalla de la vida…
Amo saber que el sufrimiento y la injusticia no serán eternos, 
que al final la verdad saldrá a la luz y por ello
amo la vida después de esta vida.
Amo cuando no entiendo a Dios, cuando dialogo, discuto, o me enternece… amo esa relación en la que Él es siempre fiel, amoroso, paciente y sabe esperarme hasta convencerme.
Amo a Dios. Amo al ser humano. Amo a mi gente y mis amigos. Amo a los amores de mi vida. Me amo a mi misma. Amo la vida.