sabato 9 giugno 2018

El robo de la fundación


Hace unos meses en facebook Manuel Rodríguez Canales, nuestro querido Ronco, le preguntaba a Magaly Rebaza, fraterna, cómo era posible celebrar la fundación de la Fraternidad con un fundador como Figari.

Esta pregunta de Manuel da por sentado que Luis Fernando Figari fue el fundador de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación. Esta es una premisa que pareciera no podría ser discutible. Sin embargo, si simplemente somos veraces y fieles a la historia, Luis Fernando fue todo menos el fundador de la Fraternidad.

Para las que fuimos testimonio de la historia de los orígenes de la Fraternidad, en la primera reunión donde fuimos donde Figari a decirle que queríamos iniciar la comunidad de mujeres consagradas deberíamos recordar sus palabras: no piensen que los sodálites las ayudaremos. Ustedes están locas de pensar que pueden empezar con sólo 1200 soles en una cuenta de ahorros con el presupuesto para vivir un mes. No cuenten con nuestro apoyo y menos con apoyo de tipo económico. Si salen adelante bien por ustedes, pero eso estará por verse”. Esas fueron sus palabras de “aliento” y “apoyo” para la fundación. En ese momento, las cinco que éramos Leonor, Cecilia, Magaly, Mónica y yo lo sentimos como un reto y no como lo que fue una actitud indiferente y totalmente descomprometida de alguien que no le interesaba en absoluto promover una fundación femenina.

Conseguimos una casita cerca del Aereopuerto en Maranga sin ningún apoyo de los sodálites. Los años que vivimos ahí nunca recibimos ni una sola visita de Figari. No sólo eso: le rogábamos que se reuniera con nosotros y sólo lo hizo una vez al año en cuatro largos años. ¿A eso alguien le puede llamar un fundador? Yo no. En eso momento derramamos muchas lágrimas por su falta de interés y total indiferencia, que en cambio ahora lo veo como la verdadera bendición de la Fraternidad.

En esos cuatro benditos años la influencia de Figari fue casi nula. Quizás por ello mis recuerdos son tan bellos. Éramos cinco jóvenes, tres de 18 a 20 años y dos en el caso de Leonor y Mónica un poco más mayorcitas. Nos movía un profundo amor por Jesucristo. Realmente lo dejamos todo, literalmente todo. Nuestras comodidades, nuestra vida burguesa y nos fuimos a una casita de Maranga a empezar a vivir nuestro sueño. Construimos una capillita hecha de esteras de paja, donde pusimos banquitos de madera para rezar. La precedía el crucifijo de mi tía abuela y pásabamos ahí tiempo felices en oración. Cada una era como era. No había rigideces ni formalidades. Cada una tenía su estilo personal de oración y encuentro con Cristo. Leonor con su oración afectiva llena de amor por Jesús con poemas apasionados. Cecilia con sus libritos devocionales de 15 minutos con Jesús y sus enormes cuadernos que llenaba con sus diálogos con Cristo. Magali toda alegría al rezar, Mónica toda sencillez, y yo feliz rezaba con todo autor espiritual que encontraba en el camino.

Trabajábamos y nos ganábamos el pan de cada día. Con esfuerzo. Con sudor. Con cansancio. Sabíamos lo que era ganar el pan para tener dinero para el transporte, los alimentos y el vestido. Vivíamos una vida austera con lo mínimo para sobrevivir. Y lo sentíamos suficiente. Percibíamos la Providencia de Dios que nos acompañaba y eso llenaba nuestra vida de alegría y certeza. No teníamos nada y lo teníamos todo.

Las pocas veces que nos encontrábamos con Figari recuerdo que nos decía que no nos fundaría, que no éramos como los sodálites, que vivíamos en una casucha, que no teníamos vocaciones, y cada vez que nos lo decía nuestra frustración crecía. Extrañamente y por gracia de Dios nuestra certeza espiritual se fortalecía y nada ni nadie nos detenía.

Rezábamos, comíamos juntas, cocinábamos, teníamos nuestros dramas y peleas, éramos inexpertas y mocosas, dirigíamos el AMI con todo nuestro amor y pasión, teníamos nuestros grupos que lejos de un apostolado elitista era una verdadera amistad con amigas queridas. Luis Fernando por eso nos decía que las Amis éramos unas mongas, nerds, monces porque no elegíamos gente de élite … cómo no recordar con cariño cuando Liliana, Fabiola y Miriam se tiraban una o dos horas en micro para llegar a nuestra casita de Maranga y estar juntas compartiendo.

No teníamos ni planes ni estrategias apostólicas. Solo queríamos ayudar a quien podíamos: recuerdo el tratar de resucitar una capillita abandonada en Maranga, nuestro compromiso con el reformatorio de niños en Maranguita tratando de catequizas a esos pequeños bandidos, nuestras navidades en los asilos, las visitas a las casas de la madre Teresa de Calcuta, nuestros tés con las Amis a las que nos unía una amistad entrañable y duraban horas entre shows, comilona y conversa. Cocinábamos lo más barato que se podía encontrar en el mercado y rezábamos con todo el afecto de mujeres que querían darse todas a Jesucristo, con sus miles de defectos, imperfecciones y limitaciones pero sobre todo seguras de su amor y elección.

La historia no miente. Aunque Figari se apropió de la fundación y en el 1991  decidió fundarnos al ver cuánto habíamos madurado y crecido, ya el Espiritu Santo nos habia fundado cuatro años antes con sus cinco hijas, cuando un 6 de Enero de 1987 decidimos mudarnos juntas para empezar nuestra aventura de mujeres entregadas a Dios. A Figari se le erizaban los pelos cuando de otras congregaciones nos decían que nosotras éramos las fundadoras. Recuerdo que me prohibió tajantemente permitir que nadie nos dijera fundadoras.

Ahora mirando en perspectiva, agradezco a Dios todas esas lágrimas por la falta de interés de Luis Fernando, no sólo en esos 4 años sino en todos los años que siguieron donde como superiora tenía que rogarle a sus secretarios por una reunión al año. No. La Fraternidad no la hizo Figari. La hizo el Espíritu Santo con la ayuda de las primeras y con las que siguieron luego. Sí. Con miles de defectos. Sí contaminadas. Pero no con un origen perverso ni malévolo como el que inspiró la creación del Sodalicio.

Veo muy distinta la situación de la Fraternidad en comparación con el Sodalicio. Por más que fuimos contaminadas por todos los defectos y atrocidades del espíritu sodálite, debo decir que esos cuatro primeros años lo que primó fue el espíritu de cinco jóvenes perfectamente imperfectas donde  el Espíritu pudo hacer su obra sin grandes obstáculos, porque contaba con la debilidad de sus hijas pero sobre todo con el gran amor que las movía.

Si alguien me pregunta cuál es el carisma de la Fraternidad, para mi es muy simple, basta mirar a los orígenes de esos cuatro años: pasión y amor por Cristo, conciencia de la debilidad e impotencia y total abandono en la Providencia y en el amor a Dios, celo por anunciar a Cristo a todo el que lo necesitara y una linda amistad que hacía el caminar más sencillo y alegre. Éramos chicas normales: trabajando, estudiando, evangelizando, rezando y amando. Nada más. Ahí estaba todo el carisma y todo su valor. No hay que buscar fórmulas mágicas. El carisma estaba en esa combinación de tantas personalidades distintas unidas por un gran ideal: consagrar nuestras vidas al servicio de Cristo.
Ojalá que las fraternas tengan la sabiduría de renovarse buscando en esos humildes orígenes la fuerza para retomar aquella obra que siempre fue de Dios y no de Luis Fernando Figari.


2 commenti:

  1. Querida Rocío, es muy interesante lo que escribes, tanto cuanto las que vemos a las fraternas desde fuera, no sabemos de estos inicios tan bonitos y las vemos como una rama más de sodalicio, algunas elitistas y soberbias, siempre en competencia con los demás. El error del sodalicio hoy es el seguir, con inaudita firmeza, en la certeza de que todo esto "simplemente pasará"...la llamada a vivir un carisma y una espiritualidad está en que aún los problemas más hondos tienen solución en el recuerdo (como vuelta a lo esencial) de lo que realmente Dios quiso y si al ver en este proceso de recuerdo que en si...no hay nada de Dios, tener la valentía de acabar esto o de poner a Dios y recomenzar...cosa difícil cuando se persiste en el idealismo de que todo pasara y se solucionara con simples reparaciones civiles o publicando noticias como si nada hubiera pasado, no es así, mucho ha pasado y la Iglesia es más herida. Gracias por tu claridad. Dios te bendiga.
    Mariana

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  2. Recién te leo con atención querida Ro. Te pido perdón porque la primera vez lo leí con ligereza, un poco cansado de todo la verdad, pero ahora veo que efectivamente el inicio fue otro... y yo lo veo similar a lo que muchos vimos justamente en el inicio, en el propio inicio personal, traicionado después por la institución, el sistema monstruoso que pervive aún. En fin, amiga mía, la paciencia todo lo alcanza, solo Dios basta...

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