Hace unos meses en facebook Manuel Rodríguez
Canales, nuestro querido Ronco, le preguntaba a Magaly Rebaza, fraterna, cómo
era posible celebrar la fundación de la Fraternidad con un fundador como
Figari.
Esta pregunta de Manuel da por sentado que Luis
Fernando Figari fue el fundador de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación.
Esta es una premisa que pareciera no podría ser discutible. Sin embargo, si
simplemente somos veraces y fieles a la historia, Luis Fernando fue todo menos
el fundador de la Fraternidad.
Para las que fuimos testimonio de la historia
de los orígenes de la Fraternidad, en la primera reunión donde fuimos donde
Figari a decirle que queríamos iniciar la comunidad de mujeres consagradas deberíamos
recordar sus palabras: “no piensen que los sodálites las ayudaremos. Ustedes están locas de
pensar que pueden empezar con sólo 1200 soles en una cuenta de ahorros con el
presupuesto para vivir un mes. No cuenten con nuestro apoyo y menos con apoyo
de tipo económico. Si salen adelante bien por ustedes, pero eso estará por
verse”.
Esas fueron sus palabras de “aliento” y “apoyo” para la
fundación. En ese momento, las
cinco que éramos Leonor, Cecilia, Magaly, Mónica y yo lo sentimos como un reto
y no como lo que fue una actitud indiferente y totalmente descomprometida de
alguien que no le interesaba en absoluto promover una fundación femenina.
Conseguimos una casita cerca del Aereopuerto
en Maranga sin ningún apoyo de los sodálites. Los años que vivimos ahí nunca recibimos
ni una sola visita de Figari. No sólo eso: le rogábamos que se reuniera con
nosotros y sólo lo hizo una vez al año en cuatro largos años. ¿A eso alguien le
puede llamar un fundador? Yo no. En eso momento derramamos muchas lágrimas por
su falta de interés y total indiferencia, que en cambio ahora lo veo como la
verdadera bendición de la Fraternidad.
En esos cuatro benditos años la influencia de
Figari fue casi nula. Quizás por ello mis recuerdos son tan bellos. Éramos
cinco jóvenes, tres de 18 a 20 años y dos en el caso de Leonor y Mónica un poco
más mayorcitas. Nos movía un profundo amor por Jesucristo. Realmente lo dejamos
todo, literalmente todo. Nuestras comodidades, nuestra vida burguesa y nos
fuimos a una casita de Maranga a empezar a vivir nuestro sueño. Construimos una
capillita hecha de esteras de paja, donde pusimos banquitos de madera para
rezar. La precedía el crucifijo de mi tía abuela y pásabamos ahí tiempo felices
en oración. Cada una era como era. No había rigideces ni formalidades. Cada una
tenía su estilo personal de oración y encuentro con Cristo. Leonor con su
oración afectiva llena de amor por Jesús con poemas apasionados. Cecilia con
sus libritos devocionales de 15 minutos con Jesús y sus enormes cuadernos que
llenaba con sus diálogos con Cristo. Magali toda alegría al rezar, Mónica toda
sencillez, y yo feliz rezaba con todo autor espiritual que encontraba en el
camino.
Trabajábamos y nos ganábamos el pan de cada
día. Con esfuerzo. Con sudor. Con cansancio. Sabíamos lo que era ganar el pan
para tener dinero para el transporte, los alimentos y el vestido. Vivíamos una
vida austera con lo mínimo para sobrevivir. Y lo sentíamos suficiente.
Percibíamos la Providencia de Dios que nos acompañaba y eso llenaba nuestra
vida de alegría y certeza. No teníamos nada y lo teníamos todo.
Las pocas veces que nos encontrábamos con
Figari recuerdo que nos decía que no nos fundaría, que no éramos como los
sodálites, que vivíamos en una casucha, que no teníamos vocaciones, y cada vez
que nos lo decía nuestra frustración crecía. Extrañamente y por gracia de Dios nuestra
certeza espiritual se fortalecía y nada ni nadie nos detenía.
Rezábamos, comíamos juntas, cocinábamos,
teníamos nuestros dramas y peleas, éramos inexpertas y mocosas, dirigíamos el
AMI con todo nuestro amor y pasión, teníamos nuestros grupos que lejos de un
apostolado elitista era una verdadera amistad con amigas queridas. Luis
Fernando por eso nos decía que las Amis éramos unas mongas, nerds, monces
porque no elegíamos gente de élite … cómo no recordar con cariño cuando
Liliana, Fabiola y Miriam se tiraban una o dos horas en micro para llegar a
nuestra casita de Maranga y estar juntas compartiendo.
No teníamos ni planes ni estrategias
apostólicas. Solo queríamos ayudar a quien podíamos: recuerdo el tratar de resucitar
una capillita abandonada en Maranga, nuestro compromiso con el reformatorio de
niños en Maranguita tratando de catequizas a esos pequeños bandidos, nuestras
navidades en los asilos, las visitas a las casas de la madre Teresa de Calcuta,
nuestros tés con las Amis a las que nos unía una amistad entrañable y duraban
horas entre shows, comilona y conversa. Cocinábamos lo más barato que se podía
encontrar en el mercado y rezábamos con todo el afecto de mujeres que querían
darse todas a Jesucristo, con sus miles de defectos, imperfecciones y
limitaciones pero sobre todo seguras de su amor y elección.
La historia no miente. Aunque Figari se
apropió de la fundación y en el 1991 decidió
fundarnos al ver cuánto habíamos madurado y crecido, ya
el Espiritu Santo nos habia fundado cuatro años antes con sus cinco hijas, cuando un 6 de Enero de 1987 decidimos
mudarnos juntas para empezar nuestra aventura de mujeres entregadas a Dios. A
Figari se le erizaban los pelos cuando de otras congregaciones nos decían que
nosotras éramos las fundadoras. Recuerdo que me prohibió tajantemente permitir
que nadie nos dijera fundadoras.
Ahora mirando en perspectiva, agradezco a
Dios todas esas lágrimas por la falta de interés de Luis Fernando, no sólo en
esos 4 años sino en todos los años que siguieron donde como superiora tenía que
rogarle a sus secretarios por una reunión al año. No. La Fraternidad no la hizo
Figari. La hizo el Espíritu Santo con la ayuda de las primeras y con las que
siguieron luego. Sí. Con miles de defectos. Sí contaminadas. Pero no con un
origen perverso ni malévolo como el que inspiró la creación del Sodalicio.
Veo muy distinta la situación de la
Fraternidad en comparación con el Sodalicio. Por más que fuimos contaminadas
por todos los defectos y atrocidades del espíritu sodálite, debo decir que esos
cuatro primeros años lo que primó fue el espíritu de cinco jóvenes perfectamente
imperfectas donde el Espíritu pudo hacer
su obra sin grandes obstáculos, porque contaba con la debilidad de sus hijas
pero sobre todo con el gran amor que las movía.
Si alguien me pregunta cuál es el carisma de
la Fraternidad, para mi es muy simple, basta mirar a los orígenes de esos
cuatro años: pasión y amor por Cristo, conciencia de la debilidad e impotencia
y total abandono en la Providencia y en el amor a Dios, celo por anunciar a
Cristo a todo el que lo necesitara y una linda amistad que hacía el caminar más
sencillo y alegre. Éramos chicas normales: trabajando, estudiando,
evangelizando, rezando y amando. Nada más. Ahí estaba todo el carisma y todo su
valor. No hay que buscar fórmulas mágicas. El carisma estaba en esa combinación
de tantas personalidades distintas unidas por un gran ideal: consagrar nuestras
vidas al servicio de Cristo.
Ojalá que las fraternas tengan la sabiduría
de renovarse buscando en esos humildes orígenes la fuerza para retomar aquella
obra que siempre fue de Dios y no de Luis Fernando Figari.
Querida Rocío, es muy interesante lo que escribes, tanto cuanto las que vemos a las fraternas desde fuera, no sabemos de estos inicios tan bonitos y las vemos como una rama más de sodalicio, algunas elitistas y soberbias, siempre en competencia con los demás. El error del sodalicio hoy es el seguir, con inaudita firmeza, en la certeza de que todo esto "simplemente pasará"...la llamada a vivir un carisma y una espiritualidad está en que aún los problemas más hondos tienen solución en el recuerdo (como vuelta a lo esencial) de lo que realmente Dios quiso y si al ver en este proceso de recuerdo que en si...no hay nada de Dios, tener la valentía de acabar esto o de poner a Dios y recomenzar...cosa difícil cuando se persiste en el idealismo de que todo pasara y se solucionara con simples reparaciones civiles o publicando noticias como si nada hubiera pasado, no es así, mucho ha pasado y la Iglesia es más herida. Gracias por tu claridad. Dios te bendiga.
RispondiEliminaMariana
Recién te leo con atención querida Ro. Te pido perdón porque la primera vez lo leí con ligereza, un poco cansado de todo la verdad, pero ahora veo que efectivamente el inicio fue otro... y yo lo veo similar a lo que muchos vimos justamente en el inicio, en el propio inicio personal, traicionado después por la institución, el sistema monstruoso que pervive aún. En fin, amiga mía, la paciencia todo lo alcanza, solo Dios basta...
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