lunedì 26 ottobre 2015

La pesadilla de anoche


















Había dado a luz. Estaba en la clínica de pie y mi hermana cargaba a mi hijita. 
Era bella, regordita, con sus cachetes rosaditos y unos ojasos grandes. Me la pasó y pensé que era bastante grande para ser una bebita recién nacida.
Acto seguido nos encontrábamos en la cafetería de la clínica antes de ir al carro. De pronto mi hijita se convirtió en un fetito minúsculo de apenas un milímetro y estaba en una caja como de hamburguesas de mcdonalds flotando en una especie de agua verdosa. Le decía a mi hermana que cómo hacía para cuidarla porque me parecía que se ahogaba. El fetito estiraba sus manitas y yo lo empujaba para que pudiese respirar. Tenía que seguir observándolo porque me daba miedo que se muriese. Una y otra vez con la yema de mi dedo la hacía subir por las paredes de cartón. 
De pronto entraron varios mosquitos y ya no lograba diferenciar entre el mosquito y el fetito, ambos eran tan pequeños que mi vista no podía distinguirlos. Cada vez que lograba ubicar a mi hija me sentía aliviada.
Al final volví la mirada y el agua de la caja se había vuelto más turbia que nunca, habían también hojas, pajas, polvo, a tal punto que no logré identificarla. Empecé a llorar en el sueño.
Levanto la caja y había una hendidura como de un centrímetro de esas cajas de cartón y todo el contenido se fue por la grieta. Mi hija también. El desconsuelo fue grande.

Me desperté llorando. Le conté el sueño a mi marido. “Son las queridas fraternas me dijo”. Me abrazó y traté de volver a dormir.

giovedì 22 ottobre 2015

Echóse a andar













 “Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...”

No soy poeta, pero como Vallejo conozco el alma de mi gente:
solidarios, comprometidos, indignados ante la mentira y la maldad.
El amor de estos días hace posible que uno regrese con la mente al pasado y la memoria siga sanando porque ya no está más sola… ya no.
En sólo pocos días, muchos de ustedes han llenado con su presencia, con su cariño y protección a aquella joven confiada, llena de sueños y esperanzas.

Todo se ha hecho nuevo, incluso el pasado.
La muerte no es la última palabra: cuando nos unimos para dar voz a los que no tienen voz, para frenar la injusticia y el abuso contra los inocentes podemos resucitar a los cadáveres que yacían tristes y solos.
Y no sólo tenemos el poder de hacerlos andar.

Pueden ahora volar... y lo estamos haciendo.


giovedì 1 ottobre 2015

Olor a oveja

Charles de Foucald, un científico francés dejó la ciudad para compartir la vida con los tuaregs en el Sahara argelino y vivió una vida ermitaña en búsqueda de Dios y de los más necesitados.
Simon Weil, la gran filósofa que dejó la comodidad de su estudio para convertirse en una obrera agrícola y solidarizarse con la pobreza bajo la Segunda Guerra Mundial.
Henri Thoreau, filósofo americano se internó por dos años en el bosque, encontrando la felicidad en las cosas pequeñas frente a la decadencia de los valores mercantilistas de la sociedad americana.
Son innumerables los personajes de la historia que han dejado sus tierras en búsqueda de inspiración para reencontrarse consigo mismos, con la naturaleza o con Dios.

Y cómo los comprendo. Creo que una gran tentación de los intelectuales, filósofos, teólogos, humanistas o políticos es jugar con las ideas o las palabras sin contacto con la realidad. Simon Weil,  decía que el problema de la filosofía actual es que se había desligado del trabajo manual y que debíamos poner a éste en el centro de la cultura nuevamente.
El mismo Thoureau afirma: “Existen hoy en día profesores de filosofía, pero no filósofos. Para ser un filósofo no se trata simplemente de tener pensamientos sutiles, o fundar una escuela, sino amar la sabiduría a tal punto de vivir según sus dictámenes: una vida de simplicidad, independencia, magnanimidad y confianza”.

Este fin de semana estuve tres días en la granja de mi cuñado trabajando con mi marido en el “tailing” de los corderos. Se trataba de cortarles la colita a miles de corderitos recién nacidos. Mi experiencia ha sido que la realidad es mucho más elevada que las ideas. La realidad y el contacto con ella lleva a la verdadera filosofía.

Este fin de semana me ha dejado pensando, en ideas cargadas de sudor y por eso más reales:

Para trabajar la tierra es necesario tratar a los campos, los animales con respeto y dedicación. Un buen campesino es el mejor maestro de ecología.
Si tuviésemos la experiencia del trabajo de campo detrás de cada fruto que comemos, de cada chompa de lana que llevamos seríamos menos consumistas, más respetuosos con los bienes y el sudor con el cual se producen. Más austeros.
            Si somos jefes y tenemos personal que trabaja para nosotros sería bueno por un día hacer el mismo trabajo que hacen ellos para luego pagarles con dignidad. No por la ley del mercado, sino por la ley de humanidad que ha de recompensar el trabajo esforzado, valioso y cansador con un salario proporcionado.
-       El trabajo manual hace que uno se concentre en problemas reales y que baje intensidad a preocupaciones inútiles. Una mujer del campo de México cuando le pregunté cómo estaba me respondió: “Bien profe, no hay tiempo para pensar en los problemas. Tengo que dar de comer a mis hijos”. Esa frase que se me quedó grabada la entendí bien estos días, cuando al llegar al final de la jornada estábamos agotados de 8 horas de trabajo duro y manual en el campo. 
-        
Como diría el Papa Francisco, la realidad supera las ideas.