lunedì 28 agosto 2017

Te extraño




Te extraño. Y cada día más.
Extraño tu mirada coquetona cuando te decían que eras un viejito de lo más guapo.
Te extraño hablando con tu canario “Pochito” donde pasabas horas haciendo que repita tus sonidos.
Me hace falta tu guitarra y el son de tus maracas con tus cantos de misa.
Quisiera tener tus naipes con los que una y otra vez sin cansancio jugabas tu solitario.
Me haces falta en la cocina preparando tu pastel de acelgas y tus fettucini a lo “Alfonso”.
Hoy quiero tomar contigo un Cuba Libre que no fallaba antes del almuerzo.
Extraño el último cajón de tu clóset donde guardabas chocolates, caramelos que vaciábamos sin parar.
 Quiero escuchar tu voz preguntándome por el teléfono: ¿Estás bien no negra?
Me hace falta tus máximas y tu ABC que me repetías sin cesar: A de amabilidad, B de bondad, C de comprensión.
Te veo feliz frente al estéreo cantando con Frank Sinatra.
 Extraño tu catecismo subrayado de todo lo que estudiabas.
Quiero escuchar la televisión prendida con el tennis, el canal de toros o tu fighting cage.
Te extraño caminando por toda la casa, apagando las luces que dejábamos prendidas.
Me hace falta una y otra vez escuchar con cuánto orgullo te gustaba decir que tu hija tenía un Phd.
Extraño tus inventos como la crema de lúcuma que querías exportar a Italia.
Me hacen falta tus historias y el orgullo de haber sido un sobreviviente de siete cirugías en 4 meses.
Extraño tu paciencia en cualquier cola que teníamos que hacer.
Escucho los dados a lo lejos con los que cada día jugabas inventando una fórmula para según los resultados jugar tu tinka con la esperanza que la ganarías.
Me hacen falta tus salidas a escondidas cuando a tus noventa años ibas al barrio chino a comprar todos tus ingredientes para tu pócima mágica.
Extraño cuando a cada mozo preguntabas si tenía “papas a la roschti”, una receta suiza que sólo lograste comer una vez en tu vida.
Te extraño y cada día más.