Traducción al Español articulo publicado en NZ Catholic
Es necesario redefinir la "obediencia", especialmente en el contexto de la vida religiosa, para poner fin a los abusos espirituales en la Iglesia Católica.
Dra. Rocío Figueroa
En un evento de Zoom organizado el 29 de noviembre por la organización internacional Voice for Faith, la teóloga y profesora de Te Kupenga, Rocío Figueroa, dijo que el abuso espiritual es difícil de ver, porque no es físico.
"El problema radica en cómo definimos y entendemos la violencia. En la cultura popular, el término violencia suele estar vinculado a un acto de fuerza. Si sólo entendemos la violencia de esta manera tan estrecha, como un acto de fuerza, sería muy difícil comprender el significado de la violencia espiritual o el abuso espiritual", dijo.
El abuso espiritual, dijo la Dra. Figueroa, "es la violación de la libertad espiritual de una persona por parte de un líder que hace mal uso de su poder religioso".
"En nuestras comunidades religiosas, hemos visto que muchas religiosas están sufriendo abusos espirituales, y nunca se ha abordado", dijo.
La Dra. Figueroa trabaja actualmente con el profesor de la Universidad de Otago, David Tombs, en un estudio cualitativo con ex monjas víctimas de abusos espirituales en la comunidad peruana Siervas del Plan de Dios. Esta comunidad fue fundada por Luis Fernando Figari, fundador del Sodalicio Christianae Vitae, quien está acusado de abuso sexual, abuso de poder y abuso psicológico de los miembros de la comunidad. En 2017, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica ordenó que a Figari se le "prohíba contactar, de cualquier manera, con las personas pertenecientes al Sodalicio Christianae Vitae, y en ningún caso tener contacto personal directo con ellas." Fue expulsado formalmente del SCV en 2019.
La doctora Figueroa dijo que las ex monjas dieron ejemplos de abusos como no poder quejarse de cansancio, ser obligadas a bajar escaleras oscuras "para vencer el miedo", lavar a mano la ropa interior de una superiora, e incluso hacer trabajos universitarios para la superiora.
La religiosa a la que se le ordenó bajar por la escalera oscura acabó cayendo y tuvo que someterse a intervenciones quirúrgicas. Sin embargo, le dijeron que no cuestionara la orden y que el accidente estaba permitido por Dios.
"En estos ejemplos, podemos ver que la obediencia religiosa se ha entendido como la expectativa de que uno no sólo siga las órdenes de un superior, sino que abandone completamente su voluntad e intelecto. Pero este concepto es la norma en la vida religiosa", dijo.
"La Perfectae Caritatis del Concilio Vaticano II afirma que 'al profesar la obediencia, los religiosos ofrecen la plena entrega de su propia voluntad como un sacrificio de sí mismos a Dios... se someten con fe a sus superiores que ocupan el lugar de Dios'".
La Dra. Figueroa dijo que la violencia espiritual se convierte en estructural cuando se trata de la tradición y no se cuestionan las normas y reglamentos.
"Para mí, la tradición de la vida religiosa respecto a la obediencia es una violencia espiritual estructural. Si nuestra tradición afirma que debemos obedecer a los superiores porque representan a Dios, tenemos una ecuación problemática. Por eso hay que redefinir la obediencia, porque el voto de obediencia es a Dios... no a una autoridad que mira por sus propios intereses", subrayó.
La doctora Figueroa dijo que las víctimas de abuso espiritual poseen un "sesgo formativo inherente" que les impide reconocer el abuso.
"¿Por qué estas religiosas permitieron que sucediera? No podían ver la plena realidad de su propia experiencia", explicó. "Decían, por tradición, que estaban obedeciendo a Dios. Que era un sacrificio, que era una entrega porque interpretaban el abuso como un acto de obediencia a Dios mismo".
La Dra. Figueroa dijo que la violencia, según el profesor de filosofía estadounidense Newton Garver, debe definirse, no sólo como uso de la fuerza, sino en términos del verbo "violar".
Dijo que hay dos tipos de derechos que pueden ser violados: el derecho a nuestro cuerpo y el derecho a nuestra dignidad como persona.
"El problema es que mientras la violencia física se puede ver, el abuso espiritual o la violencia espiritual no está a la vista y se puede perpetrar sin que se aborde. El segundo problema es que, hasta ahora, los que han interpretado el Evangelio, los valores y las experiencias de fe como católicos, oficialmente siempre han sido hombres", observó.
La doctora Figueroa se mostró decepcionada con la respuesta de la Congregación Vaticana para la Vida Religiosa a la carta de una de las ex monjas de las Siervas del Plan de Dios, al ser preguntada por las medidas que ha tomado el Vaticano.
"Por el bien de todos y por el bien de la Iglesia, se ha pedido a las mismas autoridades que actúen, superen y corrijan los aspectos impropios e incorrectos que se encontraron en el gobierno, en la formación y en la verificación de posibles actos de abuso de poder, de violencia psicológica o de manipulación de la conciencia", escribió sor Carmen Ros Nortes, subsecretaria de la Congregación para los Institutos de Vida Religiosa, en una carta fechada el 25 de octubre de 2021.
"Es una respuesta tan débil", dijo la Dra. Figueroa. "Es como, 'ok, hablaremos con ellas (Siervas del Plan de Dios)'. Pero ellos (la congregación del Vaticano) no estaban hablando del problema sistémico. Las Sirvas no pueden verlo porque están en el sistema".
Según ella, aunque se han desarrollado estudios en otras iglesias, "se ha hecho poco en el contexto católico".
"Las cosas tienen que cambiar", dijo.