Debo decir que en la última década me llamaba la atención no tener objetivos para lograr en el año, o metas futuras. Hoy no siento tener nada en mi “bucket list”. No siento en mi interior algún deseo particular de cumplir una meta que no haya cumplido.
Después de todo lo que viví y perdí, recuerdo vívidamente el día que dije: "desde este momento no quiero planificar más el futuro". Fue a los inicios del 2004. Esta idea me vino después de leer un texto de Santa Faustina Kowalska. Obviamente ahí, estaba en media crisis, y podía deberse al hecho que no tenía expectativas a futuro debido a la tristeza del presente.
Sin embargo, esta característica ha continuado a lo largo de los años. Por ejemplo, al empezar este 2025 no hay nada que yo diga quiero hacer esto en el 2025, o lograr en el 2025. Nunca entendí bien de que se trataba. ¿Sería un signo de apatía? ¿O cinismo? Definitivamente se trata de un cambio en mi personalidad. Mientras antes había sido una persona movida por ambiciones, sueños y deseos planificando en la medida de lo posible el futuro, ahora soy todo lo contrario. Puedo decir con sinceridad que no tengo ninguna ambición, ni un particular sueño para el futuro.
Aun sin entender el motivo de este cambio que ya lleva casi veinte años, el día de ayer estaba preparando unas clases y encontré un texto del Maestro Eckart que resonó en mi profundamente. Cuando le preguntaron cuál era la motivación de su vida respondió: No necesito "porqués", ni "para qués", “vivo porque estoy vivo”. Estas son sus palabras:
"Si alguien durante mil años preguntara a la vida: ‘¿Por qué vives?’… ésta, si fuera capaz de contestar, no diría sino: ‘Vivo porque vivo’. Esto se debe a que la vida vive de su propio fondo y brota de lo suyo; por ello vive sin por qué [âne warumbe] justamente porque vive para sí misma. Si alguien preguntara entonces a un hombre veraz, uno que obra desde su propio fondo: ‘¿Por qué obras tus obras?’… él, si contestara bien, no diría sino: ‘Obro porque obro’. "
Ha sido una luz y una clave para entenderme. No necesito pensar mucho en los porqués o en las motivaciones, o en el futuro. Mientras que antes sentía que siempre tenía que categorizar lo que vivía, ahora es como si no necesitara tampoco de muchas palabras o conceptos para descifrarme o descifrar la realidad. No necesito porqués, pues la realidad misma es suficientemente rica. Creo que lo que más he aprendido después de la experiencia de pasar años y años en un grupo dogmático, es que el fenómeno de la vida no puede aprehenderse a través de construcciones teóricas y abstractas. Ekhart puso en palabras lo que desde hace unos años trato de hacer. Retornar al espíritu vivo, frente a años de haber vivido bajo la sombra del trauma y su sangre de muerte. Si pudiese describir cómo me sentía muchas veces era como “viva sin vida”, pues viví un proceso de desvivificación y teorización impuestos desde fuera.
Ahora todo es próximo, diario, inmediato... todo tiene dentro lo trascendente y no tengo que buscarlo quien sabe donde. La vida y cada día tiene múltiples facetas y en cada una de ellas vivo porque vivo.