Dios es el mejor jugador del mundo. Santo Tomás decía que el juego pertenecía a la misma esencia de Dios (y hace todo un tratado sobre el humor y el juego en Dios). Mientras el mal es aburrido y tiene una repetición continua pues es siempre predecible lo que va a hacer el villano, Dios es toda creatividad y hace milagros con la historia y su amor. De las cenizas puede hacer brotar rosas, como para responder a las expectativas de aquel hermoso dicho italiano: “se sono rose fioriranno” (si son rosas florecerán).
Y nosotros pobres mortales nos sentimos como dados que ruedan y ruedan, o muñecas de trapo tiraditas a un lado, o soldaditos de plomo heridos en batalla, o payasos tristes, o cajitas de música malogradas… nos asustaron los riesgos de tan aventureros juegos, nos paralizaron sus pérdidas y los tomamos “demasiado en serio”, pensando que los juegos humanos tienen su última palabra. Como niños ofendidos, alzamos la mirada al cielo pareciéndonos jugadas viles de quienes sólo hicieron trampa… y terminando con los brazos cruzados diciendo: “no es justo”.
Pero con Dios nadie puede hacer trampa… no valen los contras, ni el cambio de cartas, ni los dados fabricados pues su juego es limpio, transparente y todo pasa ante su mirada pura.
Y si. Fui su muñequita de trapo. Engreída, mimada por Él y amada como esas muñecas de las que uno no se separa. Me sentí siempre su “mimada muñeca”, su “mimada hijita” pero tenía que aprender que era de “trapo”… a Dios no se le puede controlar, no se puede predecir su juego, sólo es posible abandonarse en la oscuridad de su Misterio, en la audacia de su mirada y la brillantez de su juego, y confiar que él hará la mejor jugada con nuestra vida.
Y la hizo. Cada una de nuestras vidas es la mejor jugada de Dios, pues nos crea y recrea con toda nuestra libertad. Y entonces se hace la Total creatividad, el juego de Dios unido al juego de cada quien por lo que la vida se vuelve fascinante, toda por hacer, toda por crear y toda por abandonarse.
Dios nunca deja círculos abiertos. Aunque creamos que algunos juegos se cortan. Aunque pensemos que hay pendientes, todos, todos ellos al final se cierran. Y hoy me encuentro en el mismo cuarto que me vio nacer, ahora de casada, ahora de vacaciones, ahora con mi marido, ahora siendo madre de mis padres, ahora frente a la Cruz ante la cual recé toda mi vida, frente al cuadro de mi llamada en el océano, diciéndole mil veces si a Aquel que ama a su muñeca sólo de trapo.