lunedì 28 luglio 2014

Mendigo...


Mendigo, aquel que no recuerda ya de qué color fue su hogar, que no siente más el olor al pan recién horneado, el jardín lleno de flores y el corazón de ilusiones.
Mendigo aquel que con el cuerpo lleno de heridas, no recuerda ya quién fue el pobre que le robó su manta, quien lastimó su rostro, como se dejó herir por el frío de la helada, por las lluvias y vientos que golpearon su ser.
Mendigo aquel que no reconoce más quien fue el rostro amigo, la voz del vecino, la confianza del niño, la mano paterna, la sonrisa sincera.
Mendigo que con la mirada perdida mira a quienes caminan confiados pensando de no estar extraviados.
Todos somos mendigos. Mendigos de amor, de sonrisas, de ilusión, de esperanza, de perdón, de amistad.
Quiero ser mendiga con los mendigos, y que mi corazón pordiosero sea siempre el que se levante por la mañana y sienta todo como don inmerecido.

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