martedì 15 maggio 2012

El trabajo creativo....


¿Cómo hacer ante un trabajo creativo? ¿Cuántas horas dedicarle a este tipo de trabajo? ¿Como uno debe organizarse?

         Estas son preguntas que me han rondado la mente por muchos años y debo decir que recién ahora puedo esbozar una respuesta.

Leí un artículo muy interesante que me pasó Steve Cournane sobre cuántas horas un músico debía practicar al día (http://www.bulletproofmusician.com/how-many-hours-a-day-should-you-practice/). El violinista Nathan Milstein dijo que cuando él le pregunto a su maestro Leopold Auer cuántas horas debía practicar al día éste le contestó: “Si practicas con tus dedos ninguna cantidad de tiempo es suficiente” … “pero si practicas con tu cabeza dos horas es más que suficiente”.

En el mismo artículo muestran las ideas del psicólogo Dr. K. Anders Ericsson quien en su investigación pone las bases de la “regla de diez años” y “las 10,000 horas regla” que sugiere que se necesitan al menos diez años o 10,000 horas de práctica deliberada para lograr un alto nivel de ejecución en cualquier ámbito. Es interesante que no se habla tanto de la cantidad de tiempo de práctica sino del tipo de práctica requerido.

Este psicólogo hace referencia no sólo al campo de la música, sino a cualquier ámbito en donde uno quiera volverse un experto. Haciendo cálculos y dividendo las 10,000 horas en diez años, estamos hablando más o menos de dos horas y media al día, o  tres horas al día si contamos que un día a la semana no trabajamos.

Leer este artículo para mí ha sido una revelación total. Siempre he sido una persona muy disciplinada en mi trabajo. Sin embargo, no pocas veces he sentido que las paredes de una oficina o un escritorio me asfixian un poco, así como el cumplir determinadas horas de trabajo al día. Debo aclarar que el tipo de trabajo que realizo al dedicarme a la investigación y al pensamiento es una actividad que requiere mucha creatividad.

Creo que he cometido dos errores. El primero de ellos ha sido el aplicar una perspectiva utilitarista y eficientista a mi trabajo. He pensado de manera inconsciente que más horas sentada en un escritorio trabajando significa obtener mayores resultados. Sin embargo, me doy cuenta lo dañino que puede ser el modelo workaholic para un trabajo que quiere ser original, novedoso, artístico. Creo que el modelo workaholic es nefasto aplicado a cualquier tipo de actividad, porque es un modelo deshumanizante que reduce la vida humana a la dimensión laboral y productiva. Nadie puede sobrevivir por mucho tiempo a una vida que sólo se concentra en el trabajo.

Basta ver lo que sucede en el Japón donde incluso han debido acuñar una palabra para la muerte que tiene como causa el exceso de trabajo: karoshi. El ministerio de la salud en 2007 en Japón publicó que 189 trabajadores murieron por ataques al corazón por exceso de trabajo y 208 se sintieron gravemente enfermos… 921 se enfermaron mentalmente debido al stress del trabajo… sin contar con 201 trabajadores que tuvieron intentos suicidas.

El problema es que si bien no llegamos a los extremos de Japón, nuestro modelo laboral sigue una dinámica que busca la eficiencia a través del agotamiento físico y mental. Ésto produce enormes daños pues se convierte en una fuente de stress y de dificultad para gozar la vida con todos sus valores. No hay tiempo para las amistades, para el ocio, para gozar de los pequeños y gratos momentos de la vida, no hay espacio para las actividades que alimentan el espíritu y eleven el alma… y aunque hablamos del tema y todos lo sabemos seguimos aplicando el modelo workaholic. ¿Por qué? Quizás en mi caso, el obtener resultados laborales es fuente de valoración y estima y sobre todo porque hay una parte de mi que tiene miedo de soltar la seguridad que este modelo ofrece para dejarse llevar por el ocio creativo.

Otros quizás necesitan la compensación económica y por lo tanto dejan que la presión externa ejercite un poder sobre ellos.

Así pues si el exceso de trabajo es un error para todo ser humano, creo que más aún para las personas que se dedican al trabajo creativo, la sobredosis es muerte inmediata para el espíritu y la fantasía.

Soy consciente que hay cierto tipo de actividades que requieren una presencia continua (el médico, la secretaria, el empresario…), pero aún en estas actividades creo que nuestras sociedades están organizadas de una manera tal que esta presión psicológica en torno al horario, la eficiencia y los resultados, lo único que genera es que los jefes puedan tener más control de sus trabajadores, pero dudo que consigan resultados creativos donde cada quien dé lo mejor de sí. Sí, quizás se llega a tener una máquina que funciona, pero no se logra que cada quien en su puesto de trabajo tenga la flexibilidad y libertad necesaria para que aporte desde su lado más creativo.

Bueno, hasta ahora he hablado solamente de mi primer error en cuanto a la eficiencia y el utilitarismo a la hora de trabajar.

Mi segundo error ha sido un perfeccionismo malsano y un sentimiento de culpa si es que no respondía a la producitividad máxima. Aquí creo que tuve una concepción equivocada de la vida por una formación religiosa muy estricta, muy centrada en su dimensión ascética, demasiado voluntarista pensando que la propia perfección está casi en las propias manos. Con el tiempo también se madura en la visión de fe y en la perspectiva ante la vida. Un error ahora no es más que un error que puede ser superado con la enmienda. Las fallas se reponen, los errores no son mortales, la vida no es perfecta, nosotros no somos perfectos. Hay que hacer lo que se puede… y nada más.

Y al mismo tiempo, lo que yo consideraba “ocio” es para mi ahora la fuente de mayor inspiración… mi musa. Y mi musa puede ser la conversación con alguien, la lectura ociosa, el deporte realizado con entusiasmo, las manos en la cocina… todas estas actividades lejos de ser una pérdida de tiempo, se convierten en el espacio para que el alma repose tranquila y pueda ir trabajando sin que uno la disturbe para el momento de máxima creatividad y calidad. Justamente, las actividades más manuales son fundamentales porque no distraen, y sobre todo permiten que la mente y el alma puedan seguir trabajando. 

Conclusión: lo importante en un trabajo creativo no es tanto el tiempo que dedico a la actividad sino la calidad mental y la concentración que pongo en él. Tres horas diarias de esfuerzo concentrado, deliberado, creativo pueden ser más productivas que nueve horas de trabajo aburrido, disperso y poco concentrado.  

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