Hace
unas semanas un importante y querido jugador de rugby neozelandés, Gerry Collins, murió junto con su esposa en un
trágico accidente de tránsito. No había escuchado sobre él antes. En su
funeral salieron a hablar distintos amigos y compañeros. Todos contaron historias
sobre él. A través de las distintas historias pude hacerme una idea muy intensa
de cómo había sido él en vida. Como diría la filósofa Arendt responder al quién
de una persona es “narrar la historia de una vida”, por lo que responder a mi
identidad personal es “narrar mi propia historia”.
¿Puedo saber quién soy? ¿Cómo hacer si a lo largo de
los años mi vida ha cambiado mucho, si ha tomado distintas direcciones, si los
eventos me han llevado por rutas impensables? ¿Hay algo permanente?
La
historia personal no es lineal para nada, y sin embargo creo que hay algo que
no cambia. Mi identidad en cambio no es algo estático que puedo alcanzarlo pensando mucho
en mi o haciendo mucha introspección. Tampoco considero que sea un jeroglífico
o laberinto sin orden y concierto. Es más bien una identidad narrativa como diría Ricoeur, una identidad que se va gestando en la propia historia.
Creo
además que mi historia como la de cada quien mantiene ese núcleo que los
místicos no podían definir sino a través de símbolos o metáforas, pues se trata
de una realidad indescriptible: “chispa del alma” le decía S. Bernardo, “lo más
íntimo de nuestra alma” dirá S. Agustín, “escondite” le llamará S. Juan de la
Cruz.
Pero
ese fondo se expresa, se vuelve “carne” de manera única y propia en cada uno cuando
podemos narrar nuestra vida y descubrimos en ella un sentido y descubrimos sobre todo que
es “mi historia”.
Es
el famoso: “todo será por algo” que nos dicen las personas muchas veces ante
distintos eventos. No es un consuelo vano. Es más bien la conciencia que si
bien al momento uno no entiende algunos fragmentos de vida, con el tiempo
encontramos una historia que se llena de sentido a través de nuestras propias
acciones y de la lectura unitaria que hacemos de ella. La historia no se ha
terminado, nuestra identidad no se estanca por uno u otro evento… la historia
continúa y nosotros la vamos forjando.