sabato 25 luglio 2015

Desacelerarnos...














¿A qué se debe que estés tan contenta? Me dijo una amiga hace unos días. “¿se debe a algo en particular o es ya un status quo – una constante en tu vida? Me tomé unos segundos y le respondí que se trataba de un estado más que de un evento.
Obviamente hay muchos factores externos que pueden ayudar a que uno esté más contento pero lo que he tratado estos últimos meses es ir conquistando un estado interior que pueda incluso vivirse en los momentos difíciles.

Una clave para esta paz creo que es el “desacelerarnos”.  En 1982 «Larry Dossey, médico estadounidense, acuñó el término “enfermedad del tiempo” para denominar la creencia obsesiva de que “el tiempo se aleja, no lo hay en suficiente cantidad, y debes pedalear cada vez más rápido para mantenerte a su ritmo”»[1]. Hay un culto a la velocidad que no es sino otra de las consecuencias del consumismo e individualismo pues como diría Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial «estamos pasando de un mundo donde el grande se come al pequeño a un mundo donde los rápidos se comen a los lentos»[2].

No hay tiempo para descansar, no hay tiempo para dedicarle a los amigos, no hay tiempo para visitar a los enfermos, no hay tiempo para estar a solas, no hay tiempo para meditar.  Y esta aceleración de la vida es lo que genera un estado de agitación continua.

La aceleración o agitación se debe muchas veces a que vivimos “rumiando” los acontecimientos pasados o muy “pre-ocupados” por el futuro. Empecé a utilizar la técnica del “mindfulness” o “concentración plena”. Esta técnica consiste en concentrarse en cada cosa que uno hace, estar atento a los propios sentimientos, emociones y pensamientos sin tratar de juzgarlos, y sin pensar en el futuro o en el pasado. Es muy usual estar haciendo algo y estar pensando al mismo tiempo en otra cosa que nos preocupa. Cuántas veces no prestamos suficiente atención al que nos habla, o a lo que estamos observando, o a lo que estamos comiendo, pues nuestros pensamientos se encuentran en otro lugar. Se trata pues de una práctica de “atención” utilizando todos mis sentidos sobre aquello que tengo delante: atención a los objetos, a la naturaleza, a las personas, a los olores, al gusto, a lo que veo tratando de responder a lo que cada momento requiere de mi de manera lenta, concentrada y consciente.

La práctica del mindfulness tiene sus orígenes en el budismo que considera la conciencia plena como una de sus prácticas fundamentales. No se trata pues de un método de auto-ayuda donde uno sólo se concentra en cosas buenas, en emociones positivas, sino más bien en una conciencia que abraza lo que tengo adelante, una aceptación del momento actual con todo lo que trae, sin cargarle sentimientos del pasado o del futuro. Una aceptación que implica además un comportamiento moral y ético en cada situación.

Sin embargo, creo que esta práctica no sólo es patrimonio del budismo sino que  también podemos encontrarla en la tradición cristiana. Quizás los que venimos de una tradición occidental podríamos ahondar más de cerca en palabras claves de Cristo (seamos cristianos o no): “No os preocupéis del mañana que el mañana se preocupará de sí mismo”. “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el Reino”. Ambas frases de Jesucristo invitan a una actitud más relajada por el futuro y a un desprendimiento del pasado.

 Lo que tenemos delante es el presente y sólo el presente. No les niego que cuando respondí a mi amiga sobre el estado de paz que voy experimentando esto se lo debo a mi fe. Esta técnica del mindfulness se une con mucha armonía en un hilvanado perfecto porque siento que mi existencia toda está protegida por un Padre que cuida de mi y me protege. La dimensión religiosa del ser humano aunque muchos lo consideren un absurdo da un sustento confiado ante una existencia tan vulnerable, mi vida no sólo está en mis manos. Pero aún así, es interesante que esta práctica secular del mindfulness no requiere una creencia, sino que se trata de un elemento humano que ayuda a todos, creyentes y no creyentes a que seamos mejores personas y a que vivamos un poquito más esa paz espiritual.






[1] Carl Honoré, Elogio de la Lentitud, Barcelona 2004, 13.
[2] Ibid. 14.

giovedì 23 luglio 2015

Signos de convertirte en un KIWI del sur


El escuchar radio todas las mañanas mientras se prepara el desayuno siguiendo las tradiciones de los abuelos.
-     -  Esperar a las 9am por Radio Nueva Zelanda para adivinar qué sonido de ave es el sonido del día.
-      - Volverse un fanático de los Allblacks (rugby)
-      - Estar a 2 grados de temperatura y sentir que es un buen día de invierno. ¿Frío?
-      - Pensar que si no corres, nadas, practicas netball, basketball, hockey, ski, tennis, golf, rugby, cricket, fútbol, o algo por estilo falta algo fundamental en el día.
-      - Un amor loco por los “outdoors” y la naturaleza: salir de vacaciones con una camper, caravana, carpa, bicicleta para recorrer los paisajes hermosos neozelandeses es un “must” del verano.
-      - Pensar que la amabilidad de los vendedores, el respeto en el tráfico, la cortesía y el buen trato es lo normal en las relaciones humanas.
-       - Descubrir con asombro que pueden hacer un concurso de “Bailando con las estrellas” sin tener una idea de cómo se baila el merengue, la salsa, o el tango (salvo mi marido).
-       - Acostumbrarse a que MITAD del noticiero está dedicado sólo al deporte.
-      - El ver a los niños ir al colegio tempranito con sus shorts en pleno invierno.
-       - Comprender que es básico escuchar los pronósticos del clima porque de eso dependerá la programación de tu día.
-       - Haber entendido que el neozelandés es muy diferente a la personalidad del inglés, del australiano, del gringo y que si bien pertenece a la Commonwealth tiene mucho de latino, maorí con algunos tratos de irlandés, escocés, y polinesio.
-       - Agradecer cada día que en la radio se escucha de arte, música, ciencia, medicina, adelantos técnicos, literatura y poesía porque no tienes que estar concentrado en los escándalos y corrupciones del gobierno todo el día.
- - Tener una sensibilidad histórica particular y convertirse en "coleccionista" de lo que sea: periódicos, revistas, discos, cassettes, llaves, cucharitas, escudos, vestidos victorianos, cuadros, etc. etc. etc.
-    -   Poder dejar tu casa abierta sin el temor a que nadie te robe.
-     -  Gozar cada día y ser feliz con la belleza de la naturaleza.


Creo que me estoy convirtiendo en una kiwi del sur…

martedì 14 luglio 2015

Hoy me sentí en gracia














El compositor Leonard Cohen dijo sentirse en gracia
cuando al final del día el caos no lo había dominado.
Hoy me sentí en gracia.
Nada particular y todo particular.
Horas de concentración en mi trabajo, satisfecha por la labor prolija y cuidadosa.
Dejando cocinar lentamente la carne para que esté tierna para el almuerzo.
Una siesta serena junto a la chimenea sabiendo que mi amor cuidaba del fuego.
Mensajes que me hacen sentir la cercanía de la amistad sincera.
Oración por mi vecina que la operaron hoy.
Llegada de mi otra vecina contando buenas noticias de la operación.
Caminata bella en la hora mágica de luz con tres patos que salieron al encuentro de nosotros.
Nada particular y todo particular.

Hoy el caos no dominó mi día. Hoy todo fue don. 
 hoy me sentí en gracia.

mercoledì 8 luglio 2015

Bendita ira


Ayer una persona señaló tener miedo dejar salir su ira porque no era “cristiano sentir ira”.

¿En qué momento de la historia se tergiversó la pasión de la ira como algo no cristiano, malo y poco caritativo?
¿En qué momento nos olvidamos que Cristo llamó a los fariseos “raza de víboras”, “sepulcros blanqueados”, “hipócritas” y tiró las mesas de vendedores en el templo?
¿En qué momento perdimos el rumbo para saber cuándo permitir que la ira nos mueva como un motor de cambio, un límite que los otros necesitan o una protesta contra todo abuso e injusticia?
¿Es que acaso esa represión de la ira no es una complicidad muchas veces con los potentes que calmando una reacción iracunda controlan a los demás?

Muchas cosas me hacen sentir ira y me alegro de tenerla:
Me da ira que la mentira se haya institucionalizado en ciertas mentes y corazones.
Me genera ira cuando alguien llama “selección natural” a la muerte de la madre y tres niños ahogados por el gas de un automóvil.
Atrae mi ira los gobernantes que diciendo servir al pueblo se gastan todo el dinero de la gente en frivolidades o lo guardan para enriquecer sus bolsillos.
Me da ira que personas en nombre de Dios abusen de niños y adolescentes y luego otros los cubran para salvar una institución, olvidando que sólo la verdad salva y sólo la justicia amorosa puede traer la verdadera sanación.
Me da ira que pocos defiendan la suerte de los más desfavorecidos.
Me genera ira que poderosos y astutos engañen a las personas más buenas e indefensas para sus propios fines.
Atrae mi ira toda injusticia, maltrato contra cualquier persona indefensa.
Y como bendigo esta ira, haré siempre y todo lo que esté en mis manos para que ella se convierta en voz de los que no tienen voz, en mano abierta y corazón dispuesto para proteger con todo mi ser a quien se cruce en el camino de un pequeño.

¡Bendita ira la que se enfurece contra todo daño o maldad y hace algo para remediarlo!