mercoledì 8 luglio 2015

Bendita ira


Ayer una persona señaló tener miedo dejar salir su ira porque no era “cristiano sentir ira”.

¿En qué momento de la historia se tergiversó la pasión de la ira como algo no cristiano, malo y poco caritativo?
¿En qué momento nos olvidamos que Cristo llamó a los fariseos “raza de víboras”, “sepulcros blanqueados”, “hipócritas” y tiró las mesas de vendedores en el templo?
¿En qué momento perdimos el rumbo para saber cuándo permitir que la ira nos mueva como un motor de cambio, un límite que los otros necesitan o una protesta contra todo abuso e injusticia?
¿Es que acaso esa represión de la ira no es una complicidad muchas veces con los potentes que calmando una reacción iracunda controlan a los demás?

Muchas cosas me hacen sentir ira y me alegro de tenerla:
Me da ira que la mentira se haya institucionalizado en ciertas mentes y corazones.
Me genera ira cuando alguien llama “selección natural” a la muerte de la madre y tres niños ahogados por el gas de un automóvil.
Atrae mi ira los gobernantes que diciendo servir al pueblo se gastan todo el dinero de la gente en frivolidades o lo guardan para enriquecer sus bolsillos.
Me da ira que personas en nombre de Dios abusen de niños y adolescentes y luego otros los cubran para salvar una institución, olvidando que sólo la verdad salva y sólo la justicia amorosa puede traer la verdadera sanación.
Me da ira que pocos defiendan la suerte de los más desfavorecidos.
Me genera ira que poderosos y astutos engañen a las personas más buenas e indefensas para sus propios fines.
Atrae mi ira toda injusticia, maltrato contra cualquier persona indefensa.
Y como bendigo esta ira, haré siempre y todo lo que esté en mis manos para que ella se convierta en voz de los que no tienen voz, en mano abierta y corazón dispuesto para proteger con todo mi ser a quien se cruce en el camino de un pequeño.

¡Bendita ira la que se enfurece contra todo daño o maldad y hace algo para remediarlo!

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