domenica 26 ottobre 2014

Narrando a mi pareja...


Cuando era adolescente no existía el iphone, ni el what’s app, ni el mail, ni el Facebook… así que si algún chico te enamoraba además de los encuentros que se daban durante el día, la tarde o la noche eran perfectos para pasar largas horas al teléfono. Mi mamá, como todas las mamás del mundo se sorprendía de la capacidad que teníamos de hablar por teléfono y obviamente se preocupaba por las cuentas telefónicas.

Y es así. Cuando uno se enamora siente la exigencia de “narrar” al otro la propia historia: “cuando era chiquita me corté el pie con un vidrio”, “siempre íbamos a la Cantuta los fines de semana”, “mi papá estuvo gravemente enfermo cuando tenía 9 años” ,  “desde pequeña quería  ayudar a los pobres“, "no me gusta mi dedo gordo del pie" “hundía en la piscina del Regatas a mi vecina porque era más gordita que yo”, “mi mamá me tenía que cantar la batalla del calentamiento para levantarme en las mañanas”, “mis hermanos  cuando era pequeña me apagaban las luces del baño en la noche cuando me estaba duchando” y así las historias y las anécdotas tanto de él como mías se volvían interminables.

Siempre me pregunté ¿por qué nos narramos tantas historias cuando nos enamoramos?[1]
Cuando uno está enamorado uno busca que el otro te conozca e intentas descubrir el misterio del otro:  la mejor manera es contándole tu vida y escuchando la suya.

 El narrarnos es fundamental para conocernos mutuamente. Pero no sólo es fuente de conocimiento. La palabra tiene también la fuerza de volver a traer al presente lo vivido, de actualizarlo otra vez. Y la experiencia que tengo es que cuando narro frente a la persona que amo esos momentos dolorosos que viví, éstos se entrelazan con el amor de mi amante como quien cubriera todas estas ruinas con su compasión, su ternura y afecto. Todo se colma de paz, sobre todo esos momentos donde me sentí profundamente sola y desamparada y como por obra de gracia el habérselo contado hace que ahora cuando miro atrás esté todo lleno de su presencia y de su amor porque volvió a caminar conmigo lo que en un momento caminé sola.  El pasado se transforma y se renueva por el amor.

El narrarnos es una dimensión de la vida que nunca se ha de perder en la pareja. No bastó habernos narrado una vez tantas historias... pues vamos cambiando y el narrarnos es condición fundamental para acompañarnos el uno al otro en el cambio. El narrarnos es fuente de paz, de sanación, pero también es fuente de interpretación del presente y de compromiso ante el futuro.

Cuando le narro algo a mi marido donde él no estuvo presente o él me narra algo ambos interpretamos el hecho para que este sea reconfigurado a través de los ojos del otro. El amor es también creativo y y recrea nuestra corta visión dándole perspectiva a la los sucesos o a las interpretaciones. 

Narrar también es promesa… pues le prometo lo que sueño, espero y lo que me propongo a través de mis palabras. Narrar y saber que el otro ya conoce la historia me hace sentir en casa, en su casa, en mi casa.

 Narrar es también una de las funciones más divertidas para gozar de la irracionalidad de mucho de lo que nos pasa. Me encanta en la mañana cuando de vez en cuando nos “narramos” lo que hemos soñado. Hoy le conté a Steve que ayer por ejemplo, soñé que una cámara de televisión me grababa junto a Nadal quien hacía una demostración de cómo jugar tenis. Yo era el conejillo de indias y a cada servicio no le podía responder ni uno solo. Durante mi sueño pensaba “acuérdate de la concentración que Steve dice que hay que tener cuando se juega tenis. No pienses en las cámaras”. Era imposible. No lo logré. Hice un papelón en mi sueño.

Simplemente nos reímos de la idiotez de mi sueño. Y para eso también es lindo narrarse.



[1] Mis amigos Giulia di Nicola y Attilio Danese lo respondieron en su libro cuando explican la importante función narrativa en la pareja.

sabato 25 ottobre 2014

El gorrión y su determinación...







Nunca olvidaré las palabras del simpático periodista poblano Fernando Canales, que al presentar mi libro afirmó:  "uno encuentra la felicidad en la vida cuando tienes un motivo para ir a la cama y un motivo para levantarte de la cama".   
Todos nos reímos por la alusión sexual de la motivación para ir a la cama. A nuestras sonrisas, Fernando respondió con sencillez  que además de la intimidad, le fascinaba estar en la cama con su esposa pues gozaba con la lectura en común, las conversaciones sobre distintos  argumentos, el escuchar música que ambos disfrutaban y vivir la complicidad del día que se recogía en la noche. Y es cierto. El amor no se limita a una profunda comunión de afectos y cariños, es también una búsqueda compartida de sentido, de verdad, de espiritualidad, de Dios.
 Uno de los momentos que más me fascina es cuando en la noche leemos nuestro libro y quizás uno de los dos interrumpe al otro para leer ese pasaje genial. Y es en ese compartir la originalidad y el impacto de la lectura, donde la comunión se hace fuerte y yo me siento tocando el Cielo.
Algo así me pasó el otro día. Steve se interesa mucho por las religiones y estaba leyendo la Bhagavad-gita de los hindúes. De pronto me detiene de mi propia lectura y comienza a leer en voz alta el cuento del gorrión:

«Sobre cómo vivir la determinación, se debe seguir el ejemplo del gorrión que perdió sus huevos en las olas del océano. Un gorrión puso sus huevos en la orilla del océano, pero el océano se llevó los huevos en sus olas. El gorrión se molestó mucho y le pidió al océano que le regresara sus huevos. El océano ni siquiera consideró su apelación. Así que el gorrión decidió secar completamente al océano. Y comenzó a recoger el agua en su pequeño pico, y todo el mundo se rió de él  por su determinación imposible, La noticia de su actividad se esparció y Garuda, la gigantesca ave de Visnú el señor, lo oyó. Garuda le pidió al océano devolverle al gorrión sus huevos pues sino él mismo haría el trabajo de secar al océano. El océano se asustó y devolvió los huevos. Así, el gorrión se puso feliz por la gracia de Garuda…. porque si uno sigue los principios con gran determinación, el Señor seguramente lo ayudará, porque Dios ayuda a quienes se ayudan a sí mismos».

Me conmovió la sencillez y la profundidad del relato.  Admiro mucho la espiritualidad que viene de las culturas más antiguas de la historia. ¡Qué conciencia del autor de ser un pequeño gorrión! Como desde siempre los seres humanos nos hemos sentido tan frágiles y pequeños pero con una grandeza y magnanimidad capaces de pensar que podemos secar el océano y encontrar una aguja en un pajar o  unos huevos en un océano. Qué importancia la constancia, la firmeza y el deseo de conquistar lo que aparentemente parece imposible! Qué certeza que Dios es un Dios bueno, y ve con amor ese corazón apasionado, determinado y ese frágil vuelo devolviendo al ser humano lo que jamás por nuestros propios medios hubiésemos conseguido, pero que sin nuestras fuerzas tampoco lo hubiésemos logrado.

Como señalara el monje católico Thomas Merton, Gita (500-200 a.c.) puede ser vista como la obra literaria más grande de la religiosidad de la India. Este pequeño relato me bastó para apreciar las semillas del Verbo que encuentro en él, la presencia inefable de Dios en todas la historia de la humanidad y la búsqueda incansable del hombre por descansar seguro en las manos de Dios. Y con mucha alegría me dormí agradeciendo al bueno Dios el instante vivido, el maravilloso compañero de camino  y la certeza que Èl se encargaría del océano y de mi inconmensurable búsqueda.





venerdì 17 ottobre 2014

La planta de agua



No es ni bueno ni malo.

Algunas plantas son así.
Viven en el agua.
Soy una planta de agua.
No necesita tierra firme para desplegar sus raíces.
Puede cambiar el agua bajo ella: un lago hermoso,
un estanque, un charquito, un pantano, o cerca de la orilla del río,
ella sigue floreciendo con tranquilidad.
Es más, si la colocas en una sola tierra se muere.

Es cierto.
En ningún lugar me siento en casa
y todo lugar lo siento mi hogar.
¿Una sola tierra? ¿Una sola visión?
¿Un sólo modo de hacer las cosas, de pensar, de vivir?
me asfixia.
Me encanta la diferencia.
Me fascina lo que no puedo controlar, explicar, catalogar o definir.
Todo me interesa y el mundo entero me parece chico.

No puedo ya más pertenecer a un grupo, una nación,
una institución, un ejército...
Todo lo siento limitado para mis ansias de verdad.
No la encuentro en un lugar, ni en una tierra, ni en un grupo...
sino que está en todo y lejos de todo.

Por eso soy una planta de agua.
No es ni bueno ni malo. Soy así.
Sólo no me quiten el agua.
Puedo vivir sin tierra pero no sin agua.
¡El agua de la libertad!