sabato 12 dicembre 2015

Los problemas teológicos del Sodalicio: el neo-gnosticismo de Figari


No se puede deslindar la teología de la vida moral de Figari, justamente porque la teología es la reflexión de la Revelación y de cómo se vive la fe en la historia. La teología no nace en una biblioteca, sino en el discipulado. Si el fundador fue un pederasta  hay que revisar la reflexión de la fe y su aplicación en la historia que nace del perpetrador. Porque fe y vida, teología y vida, espiritualidad y vida no se pueden separar.

Como bien sabemos el gnosticismo fue una secta al interior de la Iglesia que confundió a muchos creyentes y buscaba llegar a la salvación a través del “conocimiento” y la “iluminación”.  Un elemento típico de un grupo con características sectarias es que el fundador se presenta como el “iluminado”. Figari nos hacía creer que él con la mirada podía analizar el alma de los otros y que su pensamiento era único. Él mismo desarrolló una teoría que siguió vigente al menos hasta el 2010... A todos sus cercanos nos mandó a leer la novela “El hombre demolido” de Bester en el que se trataba de una sociedad con un grupo de “espers”, telépatas iluminados que podían leer la mente de los otros y tener cierto poder sobre los demás. Figari además decidía quienes eran los ésperes de la comunidad y a éstos se les llenaba de un “respeto reverencial” porque tenían algo que los demás no teníamos. No sólo eso, un par de consagrados tenía la responsabilidad de estudiar un fundamento teórico desde la psicología a esta teoría. Y así lo hicieron.

Esta teoría de los “iluminados” es la misma que tenía la secta del gnosticismo en los inicios del cristianismo. Obviamente esta doctrina de los esperes no llegó al Movimiento (gracias a Dios!) sino se quedó en el grupo de los “iluminados” o sea los consagrados.

Figari se consideraba tan iluminado que no dejaba que nadie escribiera libros. Los que logramos publicar alguno, fue bajo su total revisión y control. Y siempre señalaba: “tienes que ser fiel a mi pensamiento”. Es más recuerdo que la parte más creativa, personal y experiencial de uno de mis artículos me la cortó sin problema pues no expresaba “su pensamiento”.  O sea no expresaba el pensamiento del “iluminado”.

Creo que uno de los aspectos que influyó a todos de esta “iluminación” y “gnosis” fue la desmedida importancia que Figari le dio a la “fe en la mente”, justamente al “conocimiento como medio de salvación”. Una importancia que puede ser muy dañina sino se equilibra con la fe en el corazón y la fe en la acción. 

Como bien sabemos Figari  tenía una actitud muy negativa con toda la dimensión afectiva de la fe y de las relaciones humanas. En los estudios sobre perpetradores sexuales (Anderson 2015) la autora afirma qué estos tienen serios problemas afectivos y éstos los manifiestan en medidas represivas hacia los sentimientos de los demás. 

Si un sodálite era muy afectivo, Figari lo llamaba públicamente “desordenado” y este calificativo se hizo famoso en el movimiento. Alguien que fuera muy sensible era llamado susceptible, alguien muy afectivo o emocional era acusado despectivamente de “feeling” o “hembrita”. Por eso incluso las canciones tenían que ser militantes, agresivas y mostrar poca sensibilidad.

Al mismo tiempo la fe en la acción de Figari qué decir: nunca lo vimos trabajando con los pobres, ni visitando a los enfermos, ni siendo caritativo. No sabía pedir perdón y si alguien se equivocaba tenía todo menos caridad. El juicio sobre Figari se lo dejo a Dios, pero sí puedo evaluar sus actos. Entonces al presentar una fe desvinculada de los afectos y del núcleo de la caridad nos quedamos con una “ideología”, una doctrina vacía.

Newman consideraba un gran peligro sobrevalorar aquello que se puede argumentar explícitamente y olvidar que las “razones reales” comprometen toda la persona y no sólo la capacidad de articular un argumento. (...) Según él, una cognición desencarnada era un camino reductivo y falso; sólo una razón existencialmente integrada podría alcanzar la verdad religiosa».[1] En este sentido, ¿una persona que creó una espiritualidad y ésta no estaba integrada en su vida acaso podía alcanzar realmente la verdad religiosa?

Por ello, creo que es importante re-evaluar el equilibrio entre las dimensiones de la fe y la valoración que se da a éstas y sobre todo desterrar toda pretensión de "iluminación". Considero además que la dimensión afectiva y cordial de la fe es un elemento a integrar de manera más sana.

El peligro de darle una sobre-importancia a la fe en la mente es que se corre el riesgo del empiricismo racionalista del que habla Newman, de creernos nuestras ideas, de pensar que somos buenos porque pensamos cosas buenas, de creernos dueños de la verdad o superiores al resto. En eso von Hildbrandt es muy agudo a darle la centralidad al “corazón” como centro de pensamientos, afectos y emociones…

Figari en cambio, todo el tiempo centraba la importancia en la mente refiriéndose a S. Pablo que invitaba a convertirse a través de la renovación de la mente. Sin embargo, no se puede leer sólo un pasaje de la Biblia para definir la conversión. Hay que leerla toda integralmente y el centro de la conversión Jesús la repetía sin cesar: “ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Este fue el núcleo del mensaje de Cristo.

En eso creo que es importante la recomendación de Guardini que señala que la bondad es el valor por excelencia que incluso valida el criterio de verdad: Con frecuencia se olvida de que uno puede «saber mucho, ser un experto, crear, tener poder, disfrutar de la vida en los más diferentes aspectos…, pero si no soy bueno me falta lo verdaderamente definitivo»[2].

Verdad sin bondad es ideología. Recordemos que incluso los demonios reconocían que Jesús era Hijo de Dios, estaban muy bien formados pero no eran buenos. Entonces la validez de la espiritualidad estará no tanto en tener ideas muy “ortodoxas”, sino en la bondad de seguir el Evangelio con sinceridad de corazón y rectitud de conciencia.







[1]  Romano Guardini, Ética. Lecciones en la Universidad de Munich, BAC, Madrid, 2000, 75.
[2] M. P. Gallagher, «allargare l’intelletto verso l’amore» en: L. Leuzzi ed., La carità intellettuale. Percorsi culturali per un nuovo umanesimo, Città del Vaticano 2007, 20.

3 commenti:

  1. Muy interesante, Rocio.

    Yo añadiría un elemento más (q está implícito en lo q has escrito pero me parece muy importante hacerlo explícito a riesgo de ser redundante) y es

    EL VOLUNTARISMO

    Es decir el "Yo lo voy a hacer, Yo lo voy a lograr" ; colaborando con la gracia YO HARÉ QUE xyz SUCEDA...

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  2. Gracias por tu reflexión Rocío, ayuda a iluminar el camino de lo que nunca más se debe repetir...Cristo miraba nuestros corazones, nos amaba con solo vernos. El amor triunfará, y Dios es amor

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  3. La verdad no veo donde está el aporte. La crítica expresada aquí se cae por su obviedad de rechzar todo reduccionismo. Por otro lado siempre se ha exigido un equilibrio respecto a la Fe de mente, corazón y acción descartando esos reduccionismos, eso está en múltiples escritos y conferencias y así se ha tratado en los grupos. No niego que LFF pueda haber pretendido enfatizar en algun circulo la fe de mento con sabe que propositos pero ello no ha sido presentado así al resto de la familia espiritual y diría a la gran mayoría de ella. Por otro lado veo una trampa en la expresión que supongo no es intencional, al mostrar preferencia a la bondad frente a la ortodoxia cayendo en el mismo reduccionismo que se critica. La Ortodoxia que impica seguir al Señor en fidelidad a sus enseñanazas en comunión con el Magisterio exige la bondad, es más la incluye.

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