domenica 2 ottobre 2011

Vamos pa' delante




Acababa de llegar a Lima. Mi entrañable amiga Mónica E. - esas amigas de siempre que uno puede no haber visto por 20 años y al reecontrarlas es como si hubiese sido ayer - me llamó para caminar por el Regatas. Así que asumí el reto de caminar los 9 km, los cuales Mónica recorría con frecuencia. Íbamos concentradas en el  caminar y en la cháchara que nos envolvía. Me puso al día de los pormenores simpatiquísimos de cada uno de sus hijos. Me quedé sorprendida de los cambios limeños, por ejemplo cuando me comentaba la complejidad en la que se ha convertido organizar un cumpleaños para una hija: toda una empresa entre local, animadores, personajes de los cartoons de moda, etc. Recordábamos cómo en nuestros cumpleaños bastaba pop-corn, unas cuantas gelatinas, petipanes con pollo y todos los niños corriendo como locos jugando a policías y ladrones y listo el cumpleaños.

Mientras conversábamos nos encontrábamos  por el muelle de la playa número 1. Cuál fue mi sorpresa cuando me dijo ¿has visto esa ave? La vi detenidamente y quedé atónita ante su presencia. Me volteo y le digo: “es el pájaro limeño”. Es el pájaro de Lima. No son los gallinazos de Ribeyro. El escritor quiso expresar en su cuento la pobreza de nuestros barrios con los gallinazos que rodeaban el muladar. Pero en cambio, este pájaro envuelve todo el pueblo que vive en Lima: ricos y pobres, micios, menos micios y pitucos, cholos, negros, chinos y blancos. Por que todos somos así. A todos nos cubre la neblina limeña pero todos despuntamos con una acogida y una chispa que nos caracteriza.

Es que este pájaro es él mismo un contraste: todo gris, como el cielo limeño, pero al mismo tiempo ¡qué color en la cabeza! Rojo, amarillo y negro. Qué vivacidad que transmite a pesar de su color gris. Como en todo el lenguaje del mundo animal, lo más importante es la cabeza. La serpiente puede dejar que le pisen todo pero salva siempre su cabeza. El pájaro puede tener su cuerpo cubierto de gris pero su cabeza queda inmune y está llena de colores… a los limeños nos puede pasar de todo, pero creo que tenemos una resiliencia bien alta para superar los problemas, un poco de gracia, de sazón y pa' delante. 

Y por esta gracia en medio de las dificultades creo que tenemos que hacer honor al pájaro limeño.

Recién ahora puedo responder a una de mis dudas. Siempre me pregunté cómo era posible que con esa neblina los limeños no seamos personas deprimidas o comedidas o circunspectas. Lo podríamos ser como los ingleses o los milaneses. Se les perdona su tristeza por el cielo tapado. Llevando mi pregunta a distintas personas de por qué no éramos como estos personajes nórdicos, mi hermana con la sencillez que la caracteriza me dice:  “los milaneses y los ingleses no tienen tres meses de SOL junto a un océano inmenso para poder refrescarse”. ¡Cuán cierto! A qué limeño a los  cinco años en verano no lo tiraban al agua para aprender a nadar. Y nadar o hacer surf en Lima es como esquiar para un suizo. Algo natural.

Gris por la neblina, pero gris con océano y sol veraniego. Como el bello durmiente de la canción de la gran Chabuca Granda: “y el gris soberbio manto de tu costa que al subir por los cerros en colores se torna”. No es un gris cualquiera, es un gris austero, sobrio, pero soberbio porque tiene un océano. Sí, es una “desnuda costa” pero muy “ilusionada”, como nuestro pájaro. Gris pero colorida. Gris pero alegre. Y no olvidemos nuestro emblema, podemos estar cubiertos de un gris pero salvemos la cabeza con colores que nos hagan dignos.




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