No es justo que hayan lugares de horror y
guerra.
Por las viudas y huérfanos en Nepal que siguen mirando
desolados sus casas derribadas y sobre todo sus amores perdidos.
Por mis hermanas mexicanas en Coltzingo y Tlaola que luchan
sin tregua por el pan de cada día.
Por los refugiados de Siria que a pesar de haber dejado todo
lo suyo tras de sí, miran con esperanza al llegar a las costas italianas
después de privaciones e incertidumbres en los mares del Mediterráneo. Por todos ellos levanto mi voz y digo no es justo.
No me ha tocado ser ustedes y a veces siento que es una gran
injusticia.
Mi paz es sólo relativa al pensar en ustedes.
Lo único que me alienta al mirar la belleza de esta isla es
que este fortín de paz les pertenece. Cuando contemplo un pedacito de tierra
donde aún hay belleza, donde no hay guerra ni pobreza extrema, donde aún el ser
humano tiene derecho a ser él mismo, me da esperanza saber que esto siempre ha sido y será de ustedes.
No puedo hacer más hoy. Sólo sentir que no es justo y estar
segura que todo esto les pertenece.
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